En un partido que no hizo sino demostrar todas y cada una de las carencias que el Sporting de Baraja venía mostrando y arrastrando en las últimas semanas de competición, el sueño de toda una ciudad se esfumó en apenas poco más de veinte minutos. Ese fue el tiempo que tardó el Valladolid en adelantarse en el marcador, tras una contra en la que el equipo sportinguismo demostró una imperdonable indolencia a la hora primero de replegarse y después de defender la jugada.

Baraja había solicitado en la previa que El Molinón Enrique Castro ´Quini´ fuese una caldera que reventase. Y la afición respondió a la llamada. Pero más allá de los goles ´metafóricos´, los que han de meter los tantos que de verdad sirven para ganar los partidos, son los jugadores.

De este modo, cuando el Valladolid marcó su segundo tanto, en un lanzamiento desde fuera del área que tomó un efecto extraño que Mariño no supo interpretar, todas las esperanzas que el sportinguismo había puesto en la remontada se vinieron abajo.

Ni los más pesimistas se hubieran imaginado un escenario semejante. Un escenario donde más de uno en la grada se preguntaba cuántos goles eran necesarios para darle la vuelta a la eliminatoria. Imposible que este equipo fuese capaz de marcar cinco tantos a este Valladolid con el que se ha medido en el playoff. Ni a este Valladolid ni a nadie.

Complicado analizar un partido en el que el equipo tan pronto se quedó fuera de toda posibilidad de lograr el pase a la final por el ascenso. Como resulta muy complicado explicar algunas decisiones del entrenador rojiblanco. Empezando por la alineación con la introducción de dos laterales con los que había contado escasamente durante toda la temporada. Y siguiendo por la inoperancia a la hora de tomar decisiones drásticas, aunque fuese de cara a la galería, visto el cariz que había tomado el encuentro. ¿De verdad existía siquiera un Plan B?

Con contrato en vigor, será decisión del director deportivo el decidir si darle continuidad al entrenador vallisoletano en el siguiente proyecto, o si optar por un nuevo inquilino para el banquillo del Real Sporting.

Claro que también en el sportinguismo hay quienes se preguntan con respecto al trabajo del propio director deportivo, cómo es posible por ejemplo que tras fichar toda suerte de centrales y ceder a otro como Babin, el equipo hubiese de afrontar el partido de ida ante el Valladolid recurriendo a uno del filial.

O de cómo de los tres supuestos delanteros centros que a priori disponía la plantilla (Scepovic, Castro y Viguera), al final ninguno de éstos tuviese apenas presencia en el tramo decisivo de la competición, siendo Santos, teóricamente fichado para ocupar el extremo izquierdo, quien pasase a ocupar esa posición; y sin más recambio que un Nano Santos que hubo de llegar tras el parón navideño.

Muchas preguntas y muchas respuestas sin duda las que habrá de dar el director deportivo, para tratar de justificar lo que es un fracaso en toda regla.

Decepción absoluta en suma para un sportinguismo que no se mereció vivir una segunda parte como la que se vivió este domingo. Y donde ni el gol de Carmona de penalti dio la más mínima esperanza para ganar algo que se comenzó a perder en aquel fatídico encuentro en La Romareda y que se certificó en esos diez minutos de absoluto desconcierto que el equipo ofreció en el partido de ida en Pucela.

"El fútbol es así" como se suele decir y nos encontramos con que serán el quinto y el sexto clasificados en la liga regular, quienes se midan por el último billete a Primera. Tanto preocuparse unos y otros por alcanzar el tercer puesto para esto.

Al sportinguismo no le queda sino volver a levantarse y prepararse para lo que será una de las ´segundas´ más complicadas que se recuerden, a tenor de los equipos que han descendido de Primera y de los que se incorporarán de SegundaB.

Por delante nos espera un largo verano si no caliente en lo climatológico, seguro que sí en lo deportivo. Es lo que ocurre además cuando la mitad del equipo se te va temporada tras temporada. ¿Aprenderemos alguna de vez de los errores? Difícil cuando quienes los cometen son siempre los mismos.

Post Scriptum: cayó también el filial en su lucha por el ascenso. Pero su eliminación sirvió para demostrar que hay formas en las que está permitido perder. Y más cuando se superan todas las expectativas creadas en un inicio. Aplausos para ellos y para un técnico de la casa.