Viena

Natascha Kampusch, que fue secuestrada a los 10 años y encerrada en un sótano durante ocho, declaró ayer por primera vez como testigo en el caso que aborda la supuesta complicidad de su madre en su desaparición. Casi dos años después de que acabara su martirio, la joven, hoy de 20 años, acudió a los tribunales, pero su declaración se realizó a puerta cerrada por decisión del juez.

El proceso se debe a una demanda de la madre de la joven, Brigitta Sirny, contra el juez retirado Martin Wabl, quien, desde hace años, afirma que ella fue cómplice del hombre que secuestró a su hija, Wolfgang Priklopil. El electrotécnico, de 44 años, retuvo a Kampusch cuando iba a la escuela en 1998 y la encerró en un sótano durante más de ocho años. Priklopil se suicidó cuando Kampusch consiguió escapar en agosto de 2006.

Wabl acusa a Sirny también de haber abusado sexualmente de su hija, antes de su secuestro.

En una audiencia previa, el padre de Natascha, Ludwig Koch, no quiso descartar ante el juez que su ex mujer haya participado en el crimen. «No puedo decirlo. Ni a un cien por ciento que sí ni a un cien por ciento que no». Sirny lo niega rotundamente, al igual que la propia Natascha Kampusch.

El juez retirado afirma que ofreció su ayuda cuando la niña fue secuestrada y que pronto sospechó que había cierta participación familiar, pero que no pudo presentar pruebas de ello. Wabl argumentó que sus sospechas de abusos se debieron a la declaración de una hermana de Kampusch, que dijo que la niña había subido mucho de peso antes de su secuestro y que había comenzado a orinarse en la cama. Sin embargo, la Policía no presentó cargos después de que el psicólogo infantil Max Friedrich hiciera un informe en el que constató que no había pruebas.

La revista alemana «Bunte» ha publicado que Kampusch ha comprado la casa donde estuvo cautiva para evitar que sea demolida. «Sé que es grotesco, ahora tengo que pagar por la electricidad, el agua y los impuestos de una casa en la que nunca quise vivir», declaró la joven. También ha negado haber estado embarazada de su captor.