Oviedo, Antonio LORCA

«Trabajábamos a temperaturas de entre 35 y 40 grados, con una humedad por debajo del 30 por ciento y un viento que superaba los 30 kilómetros por hora. Actuamos en las peores condiciones para controlar un incendio». El que habla es Benjamín García, jefe del operativo asturiano que colaboró en las labores de extinción del incendio declarado hace una semana en Aliaga (Teruel), que hasta ayer había arrasado 7.656 hectáreas y en el que falleció un bombero turolense. El dispositivo asturiano, integrado por 28 personas (26 bomberos, un mecánico y un piloto), ocho vehículos terrestres y un helicóptero, regresó el domingo por la noche al Principado.

Además del declarado en Aliaga, Teruel sufre también los efectos devastadores de otro incendio desatado en Ejulve, que ya ha quemado más de 3.500 hectáreas. Aunque ambos fuegos estaban anoche prácticamente controlados, el Gobierno de Aragón mantiene activo un dispositivo de más de cien personas que trabajarán a lo largo de la semana en los distintos focos.

El equipo de Bomberos de Asturias llegó a Teruel el jueves 23. «El primer día -relata Benjamín García- nos llevaron a Alcorisa, donde la extensión del incendio era de 600 hectáreas; el sábado nos trasladamos a Aroza, donde eran 1.500 las hectáreas que ardían. Como ese foco estaba más controlado y ya comenzaron a confiar en nosotros, ese mismo día nos dirigimos a Aliaga, donde la extensión era de 8.000 hectáreas». Para hacerse una idea de las dimensiones, este experimentado bombero asegura que el incendio «más grande que recuerdo haber apagado en el Principado fue en Valdés y se quemaron 1.615 hectáreas». García lo tiene claro: «Con la cantidad de hectáreas de bosque que se está quemando en Teruel no hay forma de encontrar personal suficiente en ninguna región española. El equipo que había allí trabajando es muy válido pero, ante un incendio de esta magnitud, ningún operativo del territorio nacional, por sí solo, es capaz de apagarlo».

Este bombero asturiano explica que la causa del incendio fue una «tormenta seca, con descargas eléctricas que no iban acompañadas de lluvia y que encima se iban produciendo de manera muy aislada y creaban multitud de focos, lo que complicó mucho la labor de los bomberos. Además de todo esto, las condiciones climatológicas eran las peores para la extinción». Según Benjamín García, el equipo asturiano se trasladó a Teruel porque «es fundamental promover el apoyo entre comunidades. En Asturias somos muy generosos y vamos allá adonde se nos reclama. Esperamos que no sea necesario, pero si hiciera falta, también nos gustaría que se nos devolviese esa generosidad».