Oviedo, L. Á. VEGA

Como diría Raúl del Pozo, está feo matar a una mujer descalza... e insultar y golpear a una «drag-queen» vestida de blanco. Además, es delito. José Ramón Fernández, un joven que regenta un bar de ambiente gay en la calle Jovellanos y que en ocasiones se viste de mujer, y su novio, Jonathan Canella, han denunciado haber sido golpeados y recibido insultos del tipo «maricones de mierda» en el exterior de un pub de moda de la misma calle, el pasado domingo, de madrugada. Los dos jóvenes acusan directamente al portero del local y no dudan en calificar la agresión de «homófoba». La asociación «Xente Gay» les da la razón y denuncia los cada vez más frecuentes ataques a la comunidad homosexual.

Primero fueron dos jóvenes lesbianas golpeadas en Ciudad Naranco. Luego un transexual agredido en un gimnasio de Gijón. Ahora, la pareja ovetense. «Se demuestra la existencia de unos sentimientos de odio en un sector de la sociedad», indicó Toni Brugos, de Xega. Con estos ataques, añade, se limita el ejercicio de los derechos de los homosexuales, puesto que «existen numerosos espacios que no son propicios» para su seguridad.

Y eso es lo que ocurrió, según afirman las víctimas, en la madrugada del pasado domingo. En el bar que regenta Fernández («La Misma» cuando se viste de «drag-queen») suelen celebrarse fiestas temáticas. La del sábado era una «noche blanca». Los asistentes debían vestir de ese color. Sobre las tres de la madrugada, un grupo de ellos se dirigió al local donde se produciría la agresión. No era la primera vez, indicaron, que les recibían con insultos.

«Tu vestuario no es el adecuado», fue la frase que, según Fernández, le dijo el portero a dos de sus amigos. Cuando «La Misma» llegó ante la puerta, notó «las miradas desafiantes» del portero. «Apártate de la puerta, no te quiero ver delante», le espetó, según la víctima. «Le dije que era un homófobo y entonces arremetió contra mí. Mi novio se puso en medio y los dos cayeron al suelo. Fue entonces cuando el portero comenzó a golpear a Jonathan. Las lesiones no fueron graves, pero sí el orgullo herido. «Fue una situación injusta y humillante», añade Fernández.

Mientras la Policía les tomaba la filiación, desde el interior del pub un grupo de jóvenes no dejaba de llamarles «maricones de mierda», como si quisiesen emular a los gamberros que causaron el caos en Pozuelo. El novio de Fernández terminó en el Hospital y luego presentó la correspondiente denuncia.

A partir de ahí comenzaron a actuar las redes sociales. Denunciaron su caso en una de ellas y junto a los mensajes de apoyo también llegó algún insulto. «Nos llamaron mentirosos, y dijeron que queríamos hacer publicidad de nuestro local, que yo arañé al portero», indicó. El propietario del local del incidente les dijo que, si iban «de normales», no pasaría nada. Pero de «drag-queens» no entraban en su local. «Me pareció una discriminación total», concluyó. Dice no buscar dinero. «Sólo quiero dar visibilidad a lo que ocurrió, que no se quede en una agresión más».