Oviedo,

Raquel L. MURIAS

El juicio del ovetense acusado de clavarle un vaso en un ojo a otro chico y dejarle prácticamente ciego quedó ayer visto para sentencia.

El acusado, D. E. V., declaró ayer en la Audiencia Provincial y defendió su versión, según la cual la noche en la que sucedieron los hechos (julio de 2003), él estaba tomando una copa «tranquilamente» en un bar cuando J. A. F. R. comenzó a insultarle y a reírse de él. Para defenderse, según explicó, se tapó «la cara con las manos y pudo ser ahí cuando se golpeó con el vaso que yo llevaba en la mano».

Sin embargo, el denunciante, que ha perdido en un 97% la visión de un ojo, insistió en que los hechos no se produjeron así y que fue D. E. V. el que le golpeó con un vaso de cristal en la cara y le produjo heridas que le han dejado prácticamente ciego. «Le invité a una copa porque nos conocíamos de vista y de repente empezó a llamarme hijo de puta, le dije que no quería problemas y me aparté, pero cuando me di cuenta me había roto el vaso en el ojo», explicó el denunciante. «Yo nunca le agredí», añadió J. A. F. R.

Según la versión de la médica del Hospital Central que atendió a J. A. F. R. durante las tres operaciones a las que fue sometido para intentar reconstruirle la córnea y evitar los desprendimientos de retina que sufrió a causa del golpe, las heridas son irreversibles y «no podrá ver nada más que bultos». El acusado, que ya había sido condenado anteriormente en varias sentencias firmes por delitos de atentado, lesiones, robo, conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas, resistencia y desobediencia y un delito de daños, se enfrenta ahora a una petición de diez años de cárcel y una indemnización a la víctima de 37.000 euros.

El denunciante, que era guardia de seguridad de la Renfe, trabaja ahora en la Once, ya que no pudo seguir desempañando su trabajo debido a la pérdida de visión del ojo. «Antes cobraba 1.300 euros y veía, ahora cobro 600», lamentó el joven.