Langreo, Elena PELÁEZ

Las angustiosas llamadas telefónicas de Nellio Palanquet no tienen respuesta. No logra localizar a sus padres, que viven en Puerto Príncipe, la capital haitiana. Nellio, que reside en Langreo desde hace once años, lo lleva intentando desde el pasado martes cerca de la medianoche (las seis de la tarde en Haití) cuando un amigo de Miami lo llamó para comunicarle la fatal noticia. Un terremoto de magnitud 7,3 en la escala de Richter había sacudido la tierra natal de Nellio. «No funcionan ni los móviles ni el fijo de su casa? Estoy destrozado. No puedo contactar con ellos. No hay internet, sólo comunicación vía satélite», asegura el periodista haitiano, que no ha podido conciliar el sueño desde entonces. «Me produce mucho dolor ver en la tele cómo está aquello», apunta.

Su mirada lo dice todo. La angustia y la incertidumbre que lo han acompañado en estas últimas horas ha empañado la alegría con la que hace diez días desfilaba, como en los siete años anteriores, en la Cabalgata de Langreo como el ayudante de confianza del Rey Baltasar. Nellio lleva veintiún años sin ver a sus padres y eso, afirma, «aumenta el dolor que tengo». «Escogí una profesión que me hizo marchar», destaca el periodista, en alusión a su salida apurada de Haití en 1994 ayudado por Naciones Unidas.

Desde entonces no ha vuelto aunque hace unas semanas, del 18 al 27 de diciembre, viajó a Santo Domingo. «Me encontré con mis tres hermanos. Mi hermana se desplazó desde Haití para conocer a mis hijos y para verme porque cuando yo me marché ella tenía 4 años», resalta Nellio que hace hincapié en lo «complicado» que es lograr un visado para Santo Domingo. Allí se encuentran sus hermanos ahora. «Les dije que no se movieran, que está todo destruido y las carreteras cortadas», afirma.

Fue en Santo Domingo donde el periodista haitiano tuvo el último contacto, que fue telefónico, con sus padres. Los llamó el día de su partida. «Y pensar que estuve en ocasiones tan cerca de la frontera», dice Nellio. Ni su casa ni la de sus padres, ubicadas a unos metros del Palacio Presidencial, están en pie. Se lo confirmó Fran Cadet, un amigo que trabaja en una emisora de radio de Puerto Príncipe. Fue el único haitiano con el que pudo comunicarse en estos dos largos días. «Me contó que todo empezó a temblar y que el techo de la emisora se vino abajo. Salió corriendo a un subterráneo que tiene la emisora», comenta. Cadet no pudo ayudarlo a localizar a sus padres ya que, indica, «cuando hablamos estaba intentando contactar con su mujer».

Ahora, Nellio aguarda la llamada de una amiga francesa que voló el miércoles hacia Haití con un mapa de la zona donde se encuentra la casa de sus padres. «Haití ya estaba en coma y ahora se agrava. No hay voluntad del Gobierno en un país que es el quinto del mundo en corrupción. Hay que cuidar que la ayuda llegue a la gente», comenta. «Cerca del palacio presidencial está el mercado más grande del país que podía reunir a aquella hora a 50.000 personas», subraya.