Madrid, Agencias

La catástrofe ecológica que se vive estos días en las costas estadounidenses tiene todavía dimensiones imprevisibles, porque el crudo sigue saliendo de las entrañas de la tierra.

La plataforma petrolífera del golfo de México explotó hace diez días, el 20 de abril, y desde entonces ha estado expulsando petróleo. Según las últimas estimaciones, unas 10.200 toneladas, aunque el ritmo ha crecido en los últimos días a unos 5.000 barriles al día. Los sistemas de seguridad de la plataforma no han podido contener este chorro, a pesar de que estas estructuras en alta mar cuentan con un mecanismo para cerrar el «grifo» que se puede activar hasta de cuatro maneras.

Tres de ellas han fallado, y los expertos lo intentan ahora con la cuarta: utilizar un robot submarino con un brazo mecánico que se encargue de taponar la fuga. Los otros tres métodos fallidos consistían en cerrar las válvulas con un sistema hidráulico, con un cierre automático y por radiocontrol. Tras la explosión de la plataforma, los sistemas de seguridad resultaron dañados.

Los expertos aventuran que lo que pasó fue que la presión del crudo y el gas que se estaban extrayendo del pozo fueron muy superiores a la de la maquinaria que los bombeaba, y por ello se produjo la explosión.

La catástrofe será, según los expertos, peor que la del «Prestige», ya que el líquido sale de forma continua y el golfo de México está rodeado de costa, lo que hace que el hidrocarburo llegue antes y con más facilidad.