Pontevedra,

Agencias

Un niño de 2 años falleció el sábado en Pontevedra después de ser atacado por un perro de las denominadas «razas peligrosas», un pit bull propiedad de su familia. El pequeño falleció en el hospital, al no poder sobrevivir a las heridas provocadas por el animal. La Guardia Civil de Pontevedra investiga ahora las «versiones contradictorias» de vecinos y familia sobre las circunstancias de la muerte del niño de 2 años tras haber sido atacado por el pit bull.

Lo que tratan de esclarecer las autoridades es si el animal se encontraba «suelto o atado», a fin de determinar la responsabilidad de la familia del pequeño, fallecido al poco de su traslado al Hospital General de Vigo a causa de las heridas producidas por los mordiscos.

El suceso ocurrió pasadas las siete y media de la tarde del sábado en la localidad pontevedresa de Mosteiro, perteneciente al término municipal de Pazos de Borbén, desde donde un helicóptero trasladó al niño hasta el aeropuerto de Vigo, desde donde fue conducido al Hospital Xeral de la ciudad, con heridas muy graves, falleciendo al poco tiempo de llegar.

Tras el accidente, el abuelo del menor sacrificó al perro ahorcándolo. Estaba previsto que ayer se realizase la autopsia al animal para determinar las circunstancias en las que se encontraba.

Una de las hipótesis que se barajan para esclarecer el modo en que se desarrolló el ataque, según informaron ayer fuentes cercanas a la investigación, es que el niño pudo acercarse al lugar donde se encontraba el perro, en una zona vallada. Se sospecha que el pequeño pudo meter un brazo entre los barrotes y entonces el perro le mordió y le arrastró hacia dentro, causándole graves lesiones.

Inicialmente, el pequeño de 2 años fue atendido en el lugar del suceso por los sanitarios desplazados a la vivienda, que trataron de estabilizarlo, pero ante la gravedad de sus heridas se optó por trasladarlo en una ambulancia desplazada por el servicio de emergencias 061 hasta el helicóptero que lo evacuó al hospital vigués. El pequeño falleció pocos minutos después.

La ley sobre tenencia de animales potencialmente peligrosos obliga a los propietarios a atar a los canes cuando se encuentren en fincas, casas de campo, chalés, parcelas, terrazas o patios, excepto si se dispone de «un habitáculo con la superficie, altura y adecuado cerramiento para proteger a las personas o animales». Asimismo, en lugares públicos es obligatorio el uso de bozal y de una cadena de menos de dos metros no extensibles.