Sandiche (Candamo), Infiesto

L. VALDÉS / M. MENÉNDEZ

Infiesto depertó ayer sobrecogido. Eduardo Valero, un joven de 22 años vecino de la villa piloñesa, resultó muerto en la noche del viernes, tras ser atropellado en la carretera que une Candamo con Grado (AS-237), a la altura de Sandiche. El joven fue alcanzado por un turismo, modelo Volkswagen Polo, conducido por un vecino de Ferreros, también en el concejo de Candamo. La vía, muy estrecha, está considerada como un «punto negro» por el alto número de accidentes que registra. En octubre del año pasado un vecino candamín, César Fernández, murió también arrollado, prácticamente en el mismo lugar, al bajarse de su vehículo tras un choque.

Eduardo Valero, estudiante de Informática en la Universidad de Oviedo, había estado pasando la tarde con un grupo de amigos que preparó una parrillada en una finca situada junto a la estación del tren de Sandiche. Sin embargo, la jornada terminaría teñida de luto. A punto de anochecer, sobre las diez menos cuarto de la noche, una de sus amigas decidió abandonar el lugar y el joven la acompañó para indicarle cuando podía incorporarse con su coche a la carretera, con seguridad. Al disponerse a cruzar la calzada, en un tramo bastante peligroso, un vehículo se lo llevó por delante. El conductor intentó esquivarle, según aseguró a la Guardia Civil. E indicó que, a pesar de circular a una velocidad moderada, no tuvo tiempo a reaccionar. El fallecido vestía ropa de color oscuro y no llevaba chaleco reflectante.

Un testigo del suceso relató el brutal choque. «El joven echó a correr de repente y cruzó la carretera sin mirar si venían coches. El impacto fue tremendo, tras volar por los aires, su cuerpo fue a parar a la cuneta, estaba deshecho y no se pudo hacer nada por él», explicó, aún conmocionado, este joven moscón. Hasta el lugar del accidente se desplazó la Guardia Civil de Grado para regular el tráfico y una UVI móvil. El personal sanitario intentó, sin éxito, reanimar al joven durante casi una hora. Tras la autopsia, practicada en Avilés, los restos de Eduardo Valero, que tiene otros dos hermanos varones más pequeños que él, fueron trasladados al tanatorio de Infiesto. Allí sus familiares y amigos lloraron su inesperada y trágica muerte. Las muestras de apoyo de los vecinos fueron constantes a lo largo de la tarde de ayer.

La familia del joven, al que le encantaba practicar deporte y era miembro del grupo de carreras de orientación de Piloña, es muy conocida en Infiesto, ya que su padre es médico del centro de salud de la localidad. El padre y el menor de los hermanos estaban en Palencia en una competición deportiva cuando se enteraron del fatal desenlace. Infiesto tardará en recuperarse, puesto que el joven era muy popular entre los vecinos.

Su funeral se celebrará hoy a las cinco de la tarde en la iglesia parroquial de San Antonio de Padua de la villa piloñesa.