Londres / Oviedo,

Agencias / L. Á. V.

Los británicos han puesto rostro al último de sus asesinos múltiples, un psicólogo de 40 años, estudiante de Criminología y experto en asesinos múltiples, un mitómano que quería parecerse a sus admirados criminales. «Soy un demonio», dejó escrito en su página web, donde aparecía bajo la identidad de Ven Pariah.

Stephen Griffiths ha sido acusado formalmente de asesinar a las prostitutas de Bradford (en el condado de West Yorkshire) Suzanne Blamires, Shelley Armitage y Susan Rushworth. Sólo se ha encontrado, flotando en el río Aire dentro de una bolsa de deportes, parte de los restos de la primera, desaparecida el pasado viernes. Armitage falta desde el mes de abril, y Rushworth, desde el año pasado. Cuando ayer compareció ante el juez y le preguntaron su nombre, contestó que era «el caníbal de la ballesta», con las dos manos juntas, como si estuviese rezando. En la sala estaban presentes familiares de las víctimas, que se derrumbaron.

La Policía le considera autor de los tres crímenes anteriores, pero investiga si pudo matar a más mujeres. Al parecer, Griffiths era un obseso de los asesinos múltiples, a los que tenía dedicada una página en internet, plagada de detalles escabrosos. Entre los cincuenta asesinos que consigna, sus preferidos eran Fred West y su esposa, Rose, los dueños de la «casa de los horrores», con una veintena de crímenes a sus espaldas. También le inspiraba Ted Bundy, el norteamericano que mató a 35 mujeres entre 1973 y 1978, sin olvidar a los adolescentes que cometieron la masacre del Instituto Columbine.

Los textos dejados en su página web hablan a las claras de lo que se cocía en su cabeza. «La humanidad no es meramente una condición biológica. Es también un estado de la mente. Sobre esa base, soy un seudo-humano en el mejor de los casos. En el peor, soy un demonio», dejó escrito en la red. Entre las fotografías colgadas en internet más recientemente, hay una en la que se le ve con el torso desnudo y mirando desafiante a la cámara. «Ven Pariah ha salido a la luz finalmente. ¿Qué hará este seudo-humano?, se pregunta uno», dejó escrito también, lo que ha hecho pensar en un anuncio de su, por el momento, tercer y último crimen.

A pesar de sus crímenes, Griffiths era, sin embargo, una persona amante de los animales. Mantenía a dos lagartos comedores de carne, uno de ellos de un metro y veinte centímetros de largo.