Oviedo, Raquel L. MURIAS.

Víctor Jiménez murió haciendo lo que más le apasionaba, ciclismo. El joven abulense perdió la vida atropellado por un todoterreno a las siete de la tarde del pasado 24 de julio. En un maldito kilómetro, el 1,500 de la CA-182, que une las localidades de Cabuérniga y Puentenansa, en Cantabria. Las cuatro ruedas de un todoterreno le pasaron por encima y ni el estruendo de su cuerpo aplastado bajo el vehículo consiguió que el conductor parase a auxiliarle. Sus veinte años quedaron inertes en aquella carretera, por la que regresaba con unos compañeros del equipo vallisoletano Frío Julymar, con los que decidió abandonar la competición de amateurs Trofeo Santiago, que se disputada en Cantabria, cuando vieron que el pelotón les aventajaba demasiado.

Pero como a Víctor le gustaba la bicicleta, decidió seguir ruta aunque no pudiese optar al pódium. Sólo llevaba dos meses en el equipo, pero era un ciclista de fondo desde pequeño, siempre con su bicicleta. Un luchador constante que la pasada temporada estuvo en el Burgos Monumental amateur. «Una preciosidad de persona», comenta su abuela, que se ve obligada a frenar su discurso por la emoción y la indignación. Ángeles Velayos sabe que nadie paró a auxiliar a su nieto, algo que ella jamás hubiera hecho. Y para esta omisión de socorro, «no hay explicación que valga».

En el todoterreno que pasó por encima de Víctor viajaban tres vecinos de Peñamellera Baja. El conductor, M. A. S. R., un conocido ganadero de la zona de 55 años; M. P. G., vecino de Merodio y de 51 años; y el entonces concejal del PP en el municipio, Victoriano Cordal Cordera, de 51 años. Nadie pudo saber en el momento del atropello la identidad de los ocupantes del todoterreno, porque los compañeros que pedaleaban con Víctor Jiménez, sólo vieron, al girar en la curva, a su amigo tendido en el suelo y un todoterreno que creían de color verde que aceleraba y se escondía en el horizonte. Entonces, empezaba a oscurecer.

Cuentan los vecinos de Peñamellera Baja que la carretera es una vía rural pero que «tiene buen firme». Nadie entiende por qué los tres hombres que viajaban en el vehículo optaron por marcharse, como si nada hubiera pasado en aquel camino. Son tres ciudadadanos normales. Todos son padres de familia muy respetados y apreciados por sus vecinos y los tres solían acudir cada semana juntos a visitar las ganaderías que tienen en la zona fr Brañosera. Aquel era uno de esos días, maldito viaje de vuelta. ¿Qué les hizo acelerar y ocultar los hechos dos semanas? Es un misterio.

Un corredor, testigo de los hechos fue quién dio la voz de alarma, hizo la llamada que nadie quería recibir. Minutos después llegó la ambulancia, la misma que acompañaba a los corredores en la competición y el médico de la prueba. Nada se pudo hacer por la vida del joven. «El chico ya estaba muerto», aseguró el médico de la carrera. El cadáver fue trasladado hasta el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, de Santander, después de que el juez realizase el levantamiento del cuerpo. Al tiempo que la familia del joven recibía la noticia fatal desenlace, los vecinos de Peñamellera Baja seguían «con su vida normal», cuentan los vecinos. «Hasta que todo se descubrió salían igual que todos los días, a tomar el café, como si nada hubiese ocurrido. Eso no hay quién lo entienda, nadie está libre de tener un accidente pero hay que ponerse en la piel de esa familia», relata un peñamellerano que prefiere no identificarse. «No se habla de otra cosa en los bares, pero prefiero que no me nombre, la gente está indignada», apunta.

La Guardia Civil tomó las riendas de la investigación con sólo un hilo del que tirar: el color verde de aquel todoterreno. Se registraron más de cuarenta vehículos de esas características en la zona en una semana. Se barrieron los municipios de Ruente y Cabezón de la Sal, pero ninguna pieza encajaba en el puzzle. Un vecino de Peñamellera Baja dio con la pista crucial comentando a los agentes que muchos todoterrenos suelen desplazarse hasta la zona del Puerto de Brañosera, en la montaña palentina, para vigilar la cabaña ganadera sobre esta época. Algunos asturianos de la zona de Panes tenían ganado en esos montes.

El abanico volvía a abrirse otra vez. Es justo ahí donde pastan las vacas de los tres vecinos de Peñamellera Baja. Los agentes dieron entonces con un vehículo todoterreno en Panes, de color azul, no verde, pero con unos sospechosos golpes y similar en tamaño al descrito por el joven que recordaba ver el coche desapareciendo entre las montañas de la zona, mientras su amigo agonizaba en el asfalto. No hubo que insistir mucho. M. A. S. R. fue detenido en su casa de Panes el pasado lunes. Ante los uniformes verdes de la Benemérita reconoció haber pasado «por encima» del ciclista. Dice que los «nervios y el miedo» le impidieron pararse a socorrer el joven. El hombre pasó la noche en el calabozo y quedó el liberta con cargos, por omisión del deber de socorro.

Al día siguiente, la Guardia Civil dio con los otros dos ocupantes del todoterreno que, según declararon a los agentes, discutieron cuando el conductor se negó a parar a auxiliar al chaval. Tal fue el rifirrafe, según su versión, que los ocupantes del vehículo se bajaron del coche y llamaron a un familiar para les fuese a recoger a unos kilómetros de donde se había producido el accidente. Los agentes les llamaron a declarar y quedaron en libertad con cargos por encubrimiento. Ahora, el todoterreno está en manos del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, donde se analizan las huellas y los restos del accidente.

Victoriano Vidal Cordera ha dimitido como concejal, «por responsabilidad a los ciudadanos y para no dañar al partido», dos días después de prestar declaración. Curiosamente, el padre de la víctima también era concejal del PP en el Ayuntamiento de Cardoseña (Ávila) e igualmente ha dimitido. Son los caprichos inexplicables del destino que han dejado mudo a un pueblo.