Mahón, Agencias

Mónica Juanatey Fernández, la mujer que ha ingresado en prisión por ahogar hace dos años a su hijo de 9 años y meterlo en una maleta descubierta hace sólo unos días, era una persona introvertida y reservada, incluso «extraña», que apenas mantenía relación con sus vecinos de la calle Sant Llorenç de Mahón, donde vivía. Los residentes en este céntrico barrio han visto alterada su habitual tranquilidad por la presencia de cámaras de televisión y periodistas que han buscado, infructuosamente, algún dato relevante sobre esta mujer que confesó, en su declaración ante el titular del Juzgado número 2 de Mahón, que había matado a su propio hijo, llamado César, en la bañera y que, después, para ocultarlo a su actual pareja, decidió esconderlo en una maleta que abandonó en un monte.

Los vecinos aseguran que tanto Mónica, de 30 años de edad, como su actual compañero sentimental, un vigilante jurado, apenas hacían vida social, aunque muy pocos se atreven a dar la cara y hablar en torno a un suceso que ha conmocionado a toda Menorca. «Eran muy suyos, un poco ariscos, raros, no se relacionaban con nadie y muchas veces ni saludaban», confiesa una persona que reside en la zona. Al parecer, la mujer achacaba la muerte del crío a un accidente.

Quienes han convivido, puerta con puerta, con esta mujer gallega que admitió haber quitado la vida a su hijo para ocultarlo a su nuevo compañero sentimental, no comprenden «cómo durante dos años pudo haber seguido con su trabajo y sus actividades, después de un crimen tan horrible». Otros explican que la veían, a través de la ventana, sentada frente a un ordenador. Los rastreos realizados por el grupo de homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Baleares han constatado que tenía una frecuente actividad en varios chats de internet, a través de los que se relacionaba con antiguas amistades residentes en el entorno de Noia (A Coruña), donde había nacido.

El propietario de la finca ha explicado que pagaban el alquiler con puntualidad, pero habían manifestado la intención de marchar a vivir a una casa de campo para que un perro de grandes dimensiones, que convivía con ellos en la vivienda urbana, pudiera tener más espacio y evitar molestias a los vecinos.

La mujer, que será sometida al veredicto de un jurado popular, logró durante más de dos años ocultar a todos que había dado muerte a su hijo y abandonado el cadáver en unos terrenos de monte bajo, poco transitados y de difícil acceso, situados en Binidalí, en la costa sur del municipio de Mahón. Su actual pareja, que no es el padre biológico del niño fallecido, manifestó a la Policía que no tenía noticia del niño. Las investigaciones policiales han descartado la participación de este hombre en la muerte y desaparición del menor.

Mónica confesó que ahogó a su hijo en la bañera porque se sintió «agobiada» cuando los abuelos se lo mandaron días antes desde Galicia, ya que había ocultado su existencia a su pareja. A sangre fría, sumergió al niño en la bañera de casa, lo ahogó, metió su cadáver en una maleta y la abandonó en el campo.