Santiago de Chile, E. P.

Un incendio declarado en la prisión de San Miguel, a las afueras de la ciudad de Santiago de Chile, ha terminando con la vida de ochenta y tres presos; y la cifra de muertos podría aumentar, ya que hay al menos otras veinte personas hospitalizadas, catorce de ellas en estado crítico. Ésta es la mayor tragedia que se produce en un centro penitenciario en la historia del país chileno.

Las llamas se declararon en la madrugada de ayer (hora española) tras una pelea entre los reclusos del centro penitenciario del tercer piso que empezaron a quemar colchones de sus celdas hasta que el fuego se expandió por toda la cárcel. Los Bomberos seguían ayer, al cierre de esta edición, trabajando en la extinción de las llamas. Según los medios locales, los reos fueron quienes alertaron de la propagación de las llamas a través de sus teléfonos móviles, a pesar de que en las cárceles chilenas está prohibido que los internos dispongan de estos aparatos.

En la cárcel de San Miguel, con capacidad para 700 personas, había 1.900 presos en el momento en que se declaró el incendio y 200 de ellos tuvieron que ser evacuados hasta las instalaciones deportivas del propio centro. El jefe de operaciones del recinto carcelario, el coronel Jaime Concha, ha confirmado el número de muertos y aseguró que se está trabajando en su identificación. «Se actuó oportunamente y con prontitud, pero tenemos una población de 1.900 internos. Ahora estamos trabajando en identificar a los fallecidos», señaló Concha.

Tras evaluar la situación con ministros y senadores, el presidente chileno, de raíces asturianas, Sebastián Piñera, reconoció ayer que el sistema carcelario del país es «inhumano» y lamentó la tragedia. «Es un atentando a la calidad de vida y a la dignidad del país». Piñera advirtió de que «la situación penitenciaria» en Chile «no resiste más». El pasado 15 de octubre el Gobierno puso en marcha un «completo plan para modernizar» la estructura carcelaria que prevé la construcción de tres prisiones y el desarrollo de planes para mejorar las condiciones de los reclusos. La población penitenciaria de Chile es de unos 108.000 internos, pero la mayoría vive hacinada en edificaciones que están en condiciones precarias. Los familiares de las víctimas se agolpaban ayer a las puertas del centro penitenciario pidiendo explicaciones sobre el paradero de sus familiares y sobre si estaban vivos o muertos.