Vigo, J. Calvo/

C. González / U. Foces

El subteniente de la Guardia Civil Jorge Fernández Silvoso fue asesinado el sábado, presuntamente por el hijo de su compañera sentimental, un joven de 20 años, Francisco Acuña, en el piso que compartía la pareja, en la avenida Castroviejo de la localidad de Cangas, en la provincia de Pontevedra. El joven, que nunca aceptó la relación de su madre con el guardia civil, le asestó tres puñaladas en el cuello, una de ellas profunda y de gran tamaño, con un cuchillo de cocina de grandes dimensiones.

La víctima no tenía señales de defensa de ningún tipo, según señalan fuentes judiciales. El subteniente, natural de Cambados y de 60 años de edad, se encontraba desde hace dos años en la reserva activa, después de permanecer en el puesto de Cangas durante veintiún años.

Ayer se supo que Fernández Silvoso no tuvo posibilidad de defensa. El joven acudió a tomar café a la vivienda y, de forma sorpresiva y sin mediar discusión alguna -al menos en aquel momento-, lo atacó asestándole tres cuchilladas en el cuello, una de las cuales prácticamente lo degolló. La víctima no esperaba el ataque, al igual que su pareja y madre del presunto homicida y un hermano de ella que los acompañaba.

En el cuartel de la Guardia Civil de Cangas se vivieron en la tarde-noche del sábado escenas de tremendo dolor e histerismo. El padre del joven detenido manifestó a su llegada a las dependencias de la Benemérita que lo que había sucedido era, ni más ni menos, «la crónica de una muerte anunciada».

Francisco Acuña, según algunos testimonios, responsabilizaba al subteniente de haber roto el matrimonio de sus padres y en más de una ocasión habían tenido discrepancias, algo que su padre no negó. En el momento de la detención la actitud del agresor en ningún momento fue de huida.

Es más, los agentes entraron corriendo por un estrecho camino cerca del río que conduce al edificio preguntando dónde se había producido un apuñalamiento y quién había sido. Entre las personas a las que dieron el alto se encontraba Francisco Acuña que fue el único, entre todos, que no negó la acusación.