Puerto del Rosario,

Antonio CABRERA

Un indigente de origen asturiano, que estuvo en prisión hasta hace unos meses, ha sido detenido como presunto autor de la muerte a ladrillazos de la colombiana Julia A. A., de 53 años, cuyo cadáver fue encontrado el pasado viernes en el interior de un chiringuito abandonado de la zona de Playa Blanca, en el municipio de Puerto del Rosario, en la isla canaria de Fuerteventura. Todo hace indicar que Roberto D. Á., de 46 años, destrozó la cabeza de la víctima y luego le desfiguró el rostro con un cuchillo, probablemente para dificultar su identificación.

La Policía buscaba desde el pasado viernes a un hombre de pelo largo, alto y moreno, en relación con el asesinato de la mujer colombiana. Aunque los agentes plantearon que la posibilidad de que se tratase de un colombiano o un esloveno con el que la víctima había sido vista en alguna ocasión, al final están convencidos de que se trata del asturiano Roberto D. Á. El hombre fue detenido ayer en la localidad turística de Corralejo.

La versión de varios testigos ha sido determinante para que los agentes policiales pudieran encauzar sus pesquisas. Los comunicantes coincidieron en situar al detenido el pasado viernes, sobre las cinco de la tarde, junto a la mujer colombiana por la zona de Playa Chica primero, y, posteriormente, en dirección a la zona de Playa Blanca, donde se encuentra el chiringuito.

Una hora más tarde la mujer encontraba la muerte de forma macabra como consecuencia de los fuertes golpes recibidos con un ladrillo de obra en la cabeza que le provocaron graves lesiones cerebrales. El presunto asesino se encargó además de desfigurarle el rostro al cortar con una navaja toda la piel de la cara y de algunos dedos para obstaculizar la investigación policial. Pero no contaba con que varios testigos lo viesen entrar al escenario del crimen junto a la mujer.

Roberto D. Á. nació en Oviedo el 17 de diciembre de 1964. Tiene antecedentes policiales por malos tratos y agresiones, es toxicómano y hace escasos meses que salió de la cárcel tras cumplir una condena. Quienes lo conocen sitúan su llegada a la isla de Fuerteventura en torno al año 2002 para trabajar en la construcción, aunque también lo hizo en el sector hostelero.

Sin embargo, su verdadera pasión es la elaboración de esculturas de arena en la playa, actividad que realizó primero en la zona de Caleta de Fuste y, después, en la playa del Muelle Chico en Corralejo. Últimamente no se le conocía oficio, aunque manejaba dinero, según quienes lo conocían en la isla canaria.

La vida de la calle ha endurecido a Roberto D. Á., y más su estancia en la cárcel. Según indicaron fuentes próximas a la investigación, demostró una notable sangre fría en su forma de comportarse en el lugar de los hechos. Según estas mismas fuentes próximas, se cree que «tras matar a la mujer se lavó las manos en la misma playa, cogió la guagua (el autobús) y se fue de nuevo a Corralejo, donde suele vivir».

Roberto conoció a Julia A. A. hace unos meses, tras salir de la cárcel. El encuentro tuvo lugar en el entorno de la avenida Marítima de la capital majorera, y desde entonces comenzó a coquetear con ella. Dos o tres veces a la semana solía desplazarse desde el norte de Fuerteventura para compartir varias horas con ella e incluso pernoctar algunas noches en un local en construcción ubicado en Playa Chica. En su última visita consumó el supuesto asesinato.

Su declaración ante la Policía y ante el juez aclararán las razones de este extraño crimen, que ha causado perplejidad por su brutalidad y salvajismo.