Ibiza

El juez del Juzgado número 4 de Ibiza, Santiago Pinsach, ha absuelto a un profesor del Instituto Marc Ferrer, de Formentera, de una falta de lesiones y malos tratos contra un alumno del centro. El magistrado recrimina duramente a la madre del menor por haber denunciado al profesor y pide además disculpas al educador «por no haber detenido el proceso a tiempo de evitar que le rozara la presente ignominia».

El pasado 16 de septiembre, poco antes del fin de las clases, el profesor se percató, mientras cerraba las ventanas, de que dos alumnos se estaban peleando. Uno de ellos, de 14 años, estaba encima del otro y se agredían mutuamente. El profesor se acercó y separó al que estaba encima, «sujetándolo desde atrás, por la zona del pecho o costillas, para evitar que continuara la agresión, todo ello sin causar lesión alguna». En cambio, detalla el fallo, el menor lanzó varias patadas a las piernas del docente, que impartía Educación para la Ciudadanía.

La sentencia señala que la madre del menor, «en lugar de agradecer al denunciado su intervención y solicitarle las disculpas que merecía por el incalificable comportamiento de su hijo, interpuso la presente y no menos incalificable denuncia». La sentencia añade que el adolescente había sido expulsado tres veces de centros e instantes después de protagonizar el suceso, «además de agredir al denunciado, estuvo autolesionándose y propinando patadas a las vallas y papeleras frente a otros profesores». Incluso la reacción del menor hacia su profesor nada más separarlo fue la de amenazarlo con denunciarlo ante la Guardia Civil, ante la mirada atónita del resto de sus compañeros.

El juez indica: «En realidad, sobran los comentarios y sólo procedería preguntar a la denunciante: ¿qué ha denunciado? o ¿cómo ha podido denunciar esto sin rubor? o, ya en general, invitar a la reflexión sobre la impúdica desfachatez» a la que puede llegar la sociedad. Y plantea hasta dónde puede llegar «un cuerpo social, subvertido o desvalorizado, imbuido de patrones políticos y culturales erráticos, según los cuales no hay responsabilidad sino sólo exigencia». Critica «la sobreprotección enfermiza de los menores, que destroza sus posibilidades de maduración personal» y califica la denuncia de injusta y descorazonadora.