Las causas del siniestro siguen siendo un misterio, aunque la fiscalía de Grosseto sospecha que el capitán del barco estaba realizando un «inchino», un saludo a los 800 habitantes de la isla de Giglio, con todas las luces del barco encendidas y todas las sirenas sonando a la vez. «Muchos cruceros pasan ante Giglio y saludan con las sirenas a los habitantes de la isla con todas las luces encendidas, pero esta vez algo ha ido mal», indicó el alcalde de Giglio, Sergio Ortelli. El propio capitán, Francesco Schettino, napolitano de 52 años había asegurado, antes de ser detenido, que había programado el barco para acerarse a Giglio. Ante el fiscal, indicó que, cuando navegaba a unos 500 metros de la isla, el barco chocó contra una roca «que no debería haber estado allí». Los primeros datos de la caja negra del barco indican que el impacto se produjo a 150 metros de la costa. El fiscal también acusa a Schettino de abandonar el barco. Se le vio en el puerto poco después de las once y media de la noche, cuando los últimos pasajeros salieron a las seis de la mañana. Y también se ha dicho que estaba bebido.