Roma, Agencias

Una asociación de consumidores italiana, Codacons, y dos firmas norteamericanas de abogados presentarán la semana que viene en Miami una demanda en representación de los 3.000 pasajeros del «Costa Concordia» en la que solicitarán a la empresa Costa Crosiere la cifra de 120.000 euros (160.000 dólares) por pasajero, con un límite de 480.000 euros en el caso de las familias, lo que podría elevar el monto de la reclamación a 360 millones de euros. El anuncio ha sido realizado a la BBC británica por el letrado Mitchell Proner, quien añadió que presentará la demanda el próximo miércoles a más tardar. El anuncio de esta demanda ha cogido desprevenidos a los pasajeros españoles que viajaban en el crucero que se hundió en la noche del viernes al sábado de la semana pasada. Sabela Fernández Lameiro y David Criado, la pareja gijonesa que viajaba en el crucero, aseguró desconocer detalle alguno de esta demanda.

Proner añadió que «es fácil decir que el comandante actuó solo, pero hay evidencias de que no era la primera vez que el crucero abandonaba las rutas oficiales». Para el abogado, hay una responsabilidad del capitán, pero también de Costa Crociere, que fue informada del accidente sufrido por el barco apenas unos minutos después de producirse éste. Por su parte, el presidente de Codacons, Marco Ramadori, indicó que Costa Crociere «sólo habla de compensar el precio del billete, como si se tratara de personas que han perdido un avión», lo que resulta claramente insuficiente, por lo que deben reclamarse cantidades más altas por los daños morales sufridos por el pasaje.

La demanda tiene pocos visos de prosperar, ya que los pasajeros firmaron un documento por el que se comprometían a no emprender acciones legales fuera del territorio italiano. Sin embargo, en el pasaje había 120 norteamericanos que podrían no aceptar estas condiciones firmadas.

El crucero «Costa Concordia» se desliza a un ritmo constante de siete milímetros por hora, lo que complicó ayer las tareas de búsqueda de los 21 desaparecidos. Durante la mayor parte del día, las labores de los buzos quedaron interrumpidas para no poner en peligro sus vidas, aunque a última hora se retomaron las tareas de inspección en la parte que no está sumergida.

El barco registró un movimiento constante durante la noche y las primeras horas de la mañana. Se ha intentado verificar si se trató de «un deslizamiento sobre la base o un asentamiento interno de la nave». La proa se deslizó a mayor velocidad que la popa, alcanzando los 15 milímetros por hora. Las tareas de inspección siguen adelante gracias a un robot teledirigido por cable.