São Paulo, Agencias

Son jóvenes, de modales educados de clase media, bien vestidas y maquilladas, y casi todas rubias. La Policía de São Paulo (Brasil) ha puesto cerco a la llamada banda de «las Rubias», con medio centenar de secuestros exprés de los que fueron víctimas mujeres, sobre todo en centros comerciales. Tras largas investigaciones, los agentes han logrado detener a dos de ellas, junto a un hombre que ejercía labores de seguridad para las secuestradoras.

«Una o dos hablan más de un idioma, tienen cultura básica, algunas fueron al exterior a hacer cursos», señaló Joaquim Dias Alves, jefe de la división antisecuestros de la Policía Civil de São Paulo, a la BBC Mundo. Pero Alves asegura que lo que realmente hace este caso diferente de otros es el arma principal que la organización delictiva emplea para cometer sus fechorías: la seducción. «Son muchachas bonitas, realmente», indicó Alves.

El modus operandi es el secuestro al paso, que consiste, básicamente, en buscar a mujeres solas, ricas y con similitudes físicas con ellas en centros comerciales de las zonas sur y oeste de São Paulo. Las delincuentes las seguían hasta el estacionamiento del local y las obligaban con un arma a entrar a su vehículo. Allí les robaban los objetos de valor, como documentos, tarjetas de crédito y los códigos de seguridad de las mismas. Mientras la víctima era llevada a dar vueltas por la ciudad en su propio coche, otra integrante de la banda se quedaba con las tarjetas y luego utilizaba sus encantos para hacerse con el dinero de sus víctimas. La «rubia» con las tarjetas robadas se dedicaba a recorrer los centros comerciales y gastar todo lo que podía, confundiendo a los empleados con sus buenos modales y presencia agradable para evitar las sospechas.

Según Alves, el objetivo de la impostora era cambiar «la percepción de lo que estaba ocurriendo, con el uso de la tarjeta de crédito y la identidad de otra persona», que solía parecerse a ella. Las tiendas favoritas de la banda eran sobre todo las de artículos electrónicos, precisó el agente, pero también compraban en establecimientos de ropa de marca y sacaban todo el dinero que podían de los cajeros.

Alves cree que la banda tenía un grado de organización importante, incluso para dividir al equipo de secuestros y del de compras, de modo que fueran más difíciles de identificar por las víctimas una vez liberadas. «Esta estrategia evidencia su inteligencia», añadió.

Se estima que la banda llevaba tres años de actividad. Al principio comenzó con asaltos en edificios, aunque al cabo de un tiempo se dedicó al secuestro de por lo menos medio centenar de personas. Alves aclaró que el número de víctimas sigue creciendo con la difusión que el caso ha tenido en la prensa brasileña en los últimos días, que hizo aparecer a nuevas denunciantes.

Anteayer, jueves, fueron arrestados como sospechosos de pertenecer a la agrupación una mujer (la única morena que se cree que lo integraba) y un hombre (se estima que su función era asegurar los secuestros y conducir el vehículo). Previamente había sido detenida otra mujer (una rubia), que negaba estar vinculada a la banda.