Oviedo, L. Á. V.

La banda rumana desmantelada por la Guardia Civil asturiana cayó por el «pesetu», una furgoneta que antes había sido taxi y que dio a los agentes la pista para ir desentrañando las interioridades de una compleja estructura a la que se atribuyen al menos treinta robos en naves industriales de diez provincias, sin descartar que también hayan asaltado alguna vivienda. La banda rumana estaba liderada por los hermanos Stremtan, Beniamin y Samuil, que tenía su base en Alcalá de Henares (Madrid) y era altamente profesional. En cada robo se apoderaban de material por un valor de unos 50.000 euros. Al final, la Guardia Civil se ha incautado de un botín valorado en 700.000 euros, aunque podría acercarse al millón.

El golpe que inició la investigación, culminada el pasado 27 de marzo con la detención de doce personas, cinco de las cuales ya están en prisión, se produjo el pasado mes de septiembre en un local comercial de San Pelayo, en la recta a la entrada de Grado. Unas semanas antes, los rumanos ya habían intentado robar en Agrojardín Tamargo, pero el propietario logró ponerlos en fuga. En septiembre tuvieron más suerte y se hicieron con un centenar de herramientas, entre ellas ochenta motosierras. Cuando huían, alguien logró ver la furgoneta blanca de los ladrones. Era cuestión de tiempo dar con ellos.

Durante los seguimientos, la banda cometió diversos robos. Sentían preferencia por el Sur y el Levante del país, aunque en Asturias se les atribuyen seis robos, tres en la zona de la Comandancia de Oviedo y el resto en la de Gijón.

Seguir a este grupo no fue nada fácil. Según explicaron ayer el coronel José María Feliz Cadenas, jefe de la zona de Asturias, y el teniente coronel Eduardo Martínez Viqueira, los rumanos realizaban continuas contramarchas, cambiaban constantemente de teléfono móvil y usaban «walkie-talkies» a los que ocultaban los dispositivos luminosos con cinta adhesiva. Contaban con aparatos de anulación de alarmas, herramientas para practicar «butrones» y lanzas térmicas para fundir superficies metálicas.

Para poder llevarse el material robaban vehículos pesados en las inmediaciones de los establecimientos o utilizaban la maquinaria que había en las naves, como carretillas elevadoras. Para conocer cómo eran los locales, recurrían incluso a internet. Su objetivo preferido eran electrodomésticos, herramientas, ordenadores y hasta alimentos y bebidas alcohólicas. Se cree que alguno de los robos pudo ser por encargo. La operación se explotó a partir del 27 de marzo, con cinco registros en Alcalá, Azuqueca y Cuenca. Otras tres detenciones se produjeron en Asturias. El día 30 los detenidos pasaron a disposición de la juez de Grado, que ordenó el ingreso en prisión de cinco de ellos. Aparte del material robado, los agentes se incautaron de dos coches de alta gama.