Oviedo, L. Á. VEGA

J. M. C. A., el gijonés de 49 años acusado de abusar de su sobrina menor de edad al menos tres ocasiones entre 2007 y 2009, fingió un infarto para evitar ser denunciado, según sostiene la acusación particular, ejercida por los padres de la víctima, que reside en Madrid.

Los abusos se iniciaron cuando la niña tenía 11 años. La menor contó que los dos primeros episodios se produjeron en un domicilio de Gijón y en un descampado de la misma localidad. Esta situación alcanzó su punto culminante en la tarde del 18 de julio de 2009, cuando el tío de la menor, según el escrito del fiscal, entró en la habitación de la pequeña, que estaba castigada, y abusó de ella sobre la cama, aprovechando que los familiares estaban fuera de la casa en la que estaban pasando las vacaciones, en Marentes (Ibias). La menor, que entonces tenía 13 años y no había comunicado a su madre los anteriores episodios, decidió decírselo en aquel momento.

El hombre, jubilado de la construcción y con problemas de alcohol, fingió entonces un infarto al verse descubierto. La defensa ha presentado una serie de documentos para demostrar que sufría problemas cardiacos desde los 37 años. Ante la Guardia Civil, el acusado aseguró que la menor siempre había sido muy cariñosa con él, y que ese día simplemente le había dado un beso en el cuello. Justificó la denuncia por la supuesta «rebeldía» de la menor, que quería abandonar Asturias y volver a Madrid. En sus declaraciones ante la Guardia civil y los forenses, la menor mantuvo siempre una versión invariable y coherente de los hechos.

El ministerio público pide penas que suman casi 17 años de prisión por tres delitos de abusos sexuales, así como el pago de cerca de 12.000 euros de indemnización para la víctima. La acusación particular, por su parte, que corre a cargo del abogado Lucas Fernández, pide 19 años de cárcel, por el mismo número de delitos, y poco más de 50.000 euros de indemnización. La abogada defensora, Paula Cienfuegos, pedirá la libre absolución.