Cangas del Narcea,

Pepe RODRÍGUEZ

Carmen García Rodríguez, de 64 años de edad, perdió la vida ayer mientras nadaba en el río Luiña a su paso por Cangas del Narcea.

La mujer había bajado al pozo de Santa Catalina a bañarse junto a una amiga, a eso de las cinco de la tarde. Al poco rato de estar en el agua, sufrió un repentino malestar que fue lo que pudo acabar con su vida. Las autoridades no precisaron si se pudiese tratar de un ataque al corazón, un corte de digestión o una pérdida de consciencia.

Tras este repentino ataque, quedó flotando en el agua y ya no se pudo hacer nada por su vida.

La fallecida estaba nadando en un pozo que está en el cauce del río Luiña al paso por sus propiedades, pues el prado es el conocido como «Los Señores», que es el nombre de la casa donde vivía y por el que era conocida su familia.

Carmen, la de «Los Señores», no era especialmente aficionada a bañarse en el río, pero sabía nadar perfectamente. El día anterior al suceso había estado en el bar Manín, del barrio de Santa Catalina, y había quedado con la mujer del dueño para ir a nadar en la tarde de ayer. Los presentes en el bar cuentan que incluso bromeo acerca del hecho de no ir a nadar a menudo.

Carmen García Rodríguez tenía marido y dos hijos y era bien conocida en el barrio de Santa Catalina y en todo Cangas del Narcea. No en vano es en el propio prado y en el propio pozo en el que sucedió la tragedia donde los vecinos de Santa Catalina se reúnen una vez al año para celebrar una fiesta semiprivada que siempre acaba con los asistentes bien remojados en el Luiña, usando los vestigios de un viejo puente como lugar para lanzarse al agua.

Durante toda la tarde fueron numerosos los vecinos que se acercaron a ver qué pasaba, pues el barrio de Santa Catalina aún conserva una relación vecinal entre sus habitantes que se asemeja bastante a la vida de los pueblos.

La situación periférica del barrio de Santa Catalina es la que propicia que sus vecinos se conozcan perfectamente, desde muy pequeños, y los lazos de amistad y cariño son muy estrechos, por lo que los gestos de dolor y tristeza fueron la nota común durante toda la tarde.