"Me parece que va a pasar mucho tiempo en prisión, pero si quedase libre creo que me moriría de miedo". Son palabras de Joana Navarro Acuña, una joven gijonesa de 19 años, que sufrió a principios de este mes un grave episodio de violencia de género en Puerto del Rosario (Fuerteventura). Su pareja, un joven de 23 años, se encuentra en prisión después de ser detenido por agentes de la Policía Nacional y pasar a disposición judicial por agredir y mantener encerrada, atada y amordazada a Joana, con quien convivía en Fuerteventura desde principios del pasado mes de junio.

Los hechos se produjeron en la madrugada del 4 de diciembre, cuando el 091 recibió una llamada telefónica alertando de que una mujer estaba pidiendo auxilio de forma reiterada en el interior de una vivienda de Puerto del Rosario. Desplazados al lugar de los hechos, los funcionarios escucharon golpes, sollozos y gritos repetidos de "¡no!" que parecían proceder de una mujer.

Hicieron falta varios requerimientos para que los ocupantes de la vivienda abrieran la puerta a la Policía. Con la puerta medio entornada apareció una joven semidesnuda y con signos evidentes de violencia. Tenía el rostro amoratado y presentaba señales de ataduras en ambas muñecas, en los tobillos y en el cuello.

En un primer momento, la chica dijo a los agentes que no había de qué preocuparse, que estaba realizando con su pareja "un juego sexual". El agresor estaba detrás de la puerta, amenazando a la chica para que mintiera a los agentes, mientras la mantenía sujeta con una cuerda. La joven, sin embargo, logró zafarse de parte de las ligaduras y se abalanzó sobre los agentes, a los que, presa del pánico, aseguró que había sido secuestrada y que su pareja la quería matar. Tras rescatarla de las garras de su agresor, la gijonesa fue atendida por facultativos de la ambulancia medicalizada que se había desplazado al lugar de los hechos. Presentaba signos evidentes de asfixia y diversas erosiones y contusiones.

El presunto agresor logró encerrarse en el domicilio. Desde una de las ventanas de la cocina del inmueble, los funcionarios policiales vieron un charco de sangre y procedieron a derribar la puerta de la vivienda, evitando que el hombre, que se había causado profundos cortes en ambas muñecas con un cuchillo, pudiera suicidarse.

Los agentes se abalanzaron sobre el agresor y lograron arrebatarle un cuchillo de grandes dimensiones con el que intentó atacar a los policías que habían accedido a su domicilio. El autor del delito fue detenido y posteriormente quedó ingresado por prescripción médica en la unidad de psiquiatría del Hospital General de Fuerteventura, donde quedó a disposición judicial. Posteriormente, el juez decretó su ingreso en prisión.

El joven acumulaba varias denuncias por malos tratos en el ámbito familiar. La joven gijonesa, por su parte, contaba con una orden judicial de protección en vigor, pese a lo cual siguió conviviendo con su agresor.

Joana, que se confiesa antitaurina y defensora de los animales, que le gusta el flamenco, el tecno y el rap, volvió con su agresor, pese a conocer sus antecedentes por malos tratos, "porque me dijo que iba a cambiar". Pero no cambió. La chica, que lleva en Canarias desde el 8 de noviembre, asegura que ella y su pareja se establecieron en Fuerteventura "porque un primo de él nos dijo que aquí había trabajo, pero nos mintió".

El agresor nació en Ferrol, "pero cuando tenía 10 años perdió a su padre", relata la víctima, "y lo llevaron a Asturias a centros de acogida. Hasta que yo empecé la relación con él vivía en casas de amigos". La joven cuenta que ambos habían estado juntos en varias ciudades. "Estuvimos en Portugal, en Oporto y Viana do Castelo, también en Galicia, en Gijón y en Luanco".

Joana no tiene previsto regresar a Gijón pese al suceso en el que se ha visto envuelta. "Me quedo aquí y miedo no tengo, porque él va a quedar mucho tiempo preso". El joven está denunciado, se encuentra en prisión y pendiente de juicio, acusado de los delitos de violencia de género, detención ilegal y homicidio en grado de tentativa.

"Me quedo aquí", dice, con intención de rehacer su vida, "pero si quedase libre", reitera, "creo que me moriría de miedo".