"No puse el lazo". Esta frase la dijeron ayer los dos acusados por la muerte de un oso pardo en Porley que falleció tras quedar atrapado en un lazo. Los letrados de la defensa coincidieron ayer en sus informes definitivos en que no hay pruebas ni indicios concluyentes de culpabilidad, en todo caso, sólo hay meras sospechas y por eso se debe aplicar la máxima "in dubio pro reo" y decretar su libre absolución. Por contra, el Fiscal y las acusaciones particulares mantuvieron sus peticiones de dos años de prisión para cada uno de los acusados, "aplicando la condena más beneficiosa para ellos".

La tercera y última jornada del juicio, que se prolongó casi seis horas, contó con el testimonio de peritos veterinarios que discreparon sobre las causas de la muerte del animal. Uno de ellos afirmó que murió por una infección generalizada provocada por una bacteria que tenía alojada en el estómago, que se "activó" por el estrés que le provocó al plantígrado verse atrapado. Otro, sin embargo, aseguró que la anestesia que se le inyectó "fue la puntilla".

El fiscal y las acusaciones particulares mantuvieron que los testimonios y las pruebas periciales son indicios suficientes para probar la culpabilidad, mientras las defensas aseguraron que sólo hay sospechas y tacharon de "mala" la investigación.