Dos incidentes ocurridos el pasado mes de agosto han colmado el vaso de la paciencia de los guardas de Medio Natural, que se enfrentan a un creciente peligro cuando patrullan por los montes y los parajes naturales de Asturias. A principios del mes de agosto, un campista ilegal estuvo a punto de arrollar a uno de los guardas en la playa de Gulpiyuri, cuando un agente trataba de identificarle, ya que esa actividad está prohibida en ese espacio protegido. El individuo se negó a identificarse y, tras recoger la tienda de campaña, se dio a la fuga en su vehículo, con el que intentó atropellar al guarda. Fue identificado de todos modos y fue denunciado ante la Fiscalía por atentado a la autoridad, puesto que los guardas de Medio Natural tienen esta consideración.

El otro incidente se produjo en Cangas del Narcea, cuando un agente que realizaba una inspección de una res muerta, supuestamente por un oso, comunicó al propietario que no encontraba indicio alguno del ataque del plantígrado. En ese momento, siempre según la denuncia del guarda, la familia del ganadero comenzó a insultarle, amenazarle de muerte e intentar agredirle. Como en el caso de Llanes, los servicios jurídicos de la Consejería de Agroganadería, de la que dependen los guardas, presentó la correspondiente denuncia ante la Fiscalía asturiana.

El caso es que, según la Asociación de Guardas del Medio Natural del Principado (Agumnpa), este año ha habido más incidentes de gravedad.

El pasado 28 de marzo, unos desconocidos prendieron fuego en Bárzana de Quirós a un vehículo de la Guardería del Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa. Los causantes del incendio abrieron el coche y dejaron una caja de cerillas encendidas dentro. El interior del 4x4 quedó calcinado casi por completo. Se pusieron los hechos en conocimiento de la Guardia Civil. Pero ha habido más incidentes, sin daños personales para los guardas, aunque ciertamente insidiosos. En Pola de Lena, unos desconocidos pincharon las ruedas de dos vehículos de la Guardería. Este hecho también se denunció ante la Guardia Civil, según Agumnpa.

Esta creciente violencia ha movido Agumnpa a salir ante la opinión pública para reclamar mayores medidas de seguridad. El secretario de esta asociación profesional, Miguel Garrido, indicó que "en algunas zonas de Quirós y Lena, hay personas encapuchadas y armadas por el monte, es un riesgo cierto". Los guardas desarrollan su actividad de inspección en solitario y en zonas aisladas, lo que multiplica el riesgo. "Nos enfrentamos a infractores o delincuentes medioambientales, como pescadores y cazadores furtivos, o incendiarios", remarca Garrido.

Por eso, piden que, en los servicios potencialmente peligrosos, puedan actuar en parejas, junto a otro funcionario, de forma que los guardas no estén tan expuestos a posibles agresiones. No sólo eso. Quieren disponer, por ejemplo, de guantes anticortes, también sprays antipersona, que les permitan repeler de forma adecuada a posibles agresores, e incluso chalecos antibala, por si a alguno de esos encapuchados con los que se encuentran por el bosque le da por disparar. "Vamos a pecho descubierto, armados con una libreta y un bolígrafo", se lamenta Miguel Garrido.

Los guardas no piden portar armas de fuego, porque "no se dan las circunstancias a nivel organizativo para ello", aunque Garrido recalca que, hasta hace unos quince años, los guardas de Medio Natural iban armados. "Agresiones a los guardas siempre las ha habido, pero ahora se están acumulando demasiadas, y los agentes nos sentimos amenazados. Cuanto antes se ataje esto, mejor", indica Miguel Garrido. "Hay que recordar a la gente que somos autoridad, y tenemos funciones de policía administrativa, por lo que cualquier agresión contra nosotros tiene las mismas consecuencias que atacar a un policía o o un guardia civil", añade Garrido.