-¿Mató usted a su hija?

-Por supuesto que no.

-¿Realizó usted algún acto que pudiera contribuir a que muriera?

-¡Qué va! Por Dios, bajo ningún concepto.

-¿Tenía usted algún interés en la muerte de su hija?

-Por supuesto que no. ¿Cómo iba a tener yo interés en matar a mi hija, si era lo que más quería en el mundo?

Así acabó para Alfonso Basterra, por iniciativa de su abogada, un interrogatorio que ante el fiscal se prolongó dos horas, la mitad de tiempo que el que tuvo que aguantar anteayer su exesposa, Rosario Porto, acusada como él de acordar "un plan" para deshacerse de su hija Asunta. Basterra se mostró altanero en algunos pasajes y llegó a llamar "hipócrita de los cojones" al fiscal cuando éste pidió que no se mostrasen las imágenes del cadáver a los medios. Poco antes, Basterra había pedido al fiscal que no se dirigiese a su hija con la palabra "cadáver".

La declaración del periodista era muy esperada, porque sólo había hablado una vez ante el juez. Basterra rompió ayer ese silencio y contestó, aunque a veces criticando la insistencia del fiscal. No mató a su hija, ni puso nada de su parte para contribuir a ello, ni tampoco le dio el Orfidal que los expertos detectaron en el cabello de la pequeña, ni sabe, dice, quién se lo pudo dar. "Si encuentra a esa persona, tráigamela, porque estoy tan interesado o más que usted en conocer su identidad", replicó al letrado Ricardo Pérez Lama. Sí reconoció que había comprado Orfidal para su exesposa, para la depresión que padecía. En la misma sesión, y hablando de medicamentos, afirmó taxativamente que "nunca" le dio a la niña "nada que no se le pudiese dar". Eso respondió cuando el fiscal sacó a relucir los "polvos blancos" que había mencionado en su declaración.

Basterra aseguró ayer que "no" se los había dado a la pequeña y el fiscal le recordó que no era eso lo que había dicho entonces. El padre de Asunta adujo entonces la desesperación por su arresto: "Llevaba seis días llorando, dos días en unos calabozos donde no viviría ni una rata. No estaba en condiciones. Si me hubiesen preguntado si era hijo del Papa Francisco diría que sí", dijo. Más tarde, reconoció haber dado un Aerius (un antihistamínico) y un inhalador a la pequeña por indicación de la pediatra, lo que provocó los episodios de somnolencia en las clases de Música. Sí puso énfasis en que la menor sufría de "alergia".

Basterra se refirió durante el interrogatorio a Asunta como "mi niña". Cuando el fiscal aludió a la pequeña incluyendo el término "cadáver", el periodista le solicitó, como "rasgo de humanidad", que evitara esa palabra. Defendió con firmeza que el día del crimen no se había movido de su casa. Primero estuvo cocinando para toda la semana -incluidas unas albóndigas, por primera vez- y luego leyendo un libro. Su abogada ofreció el título: "Gordo", de José Luis Mantilla. Antes de quedarse solo habían echado los tres un par de partidas con la niña al "continental". La muchacha ganó ambas y estaba "tan despierta como usted o yo ahora".

Basterra dirigió una diatriba contra "los estercoleros informativos". Llegó al punto de culpar a algún medio de acusarlo de "pederastia" por unas fotografías de su hija tras representar un "espectáculo de cabaret" ideado por su profesora. "No saben lo que es eso en la cárcel. Se me pusieron aquí", dijo. También criticó "filtraciones" e "irregularidades" en la instrucción, y defendió a su mujer: "Fue a mi juicio, y así lo sostendré siempre, la madre que toda niña hubiese deseado tener".