Una mujer de 76 años logró salvar la vida tras recibir varias puñaladas de su expareja, de 87, gracias a la intervención de una vecina madre de siete hijos y de un exguardia civil enfermo, que también recibió varias cuchilladas, una de ellas grave. El agresor repetía tras su detención: "Sólo siento que no la he matado".

Los hechos ocurrieron la pasada semana en el municipio de Morales del Vino, a pocos kilómetros de la capital zamorana. El agresor, Ángel N., de 87 años y excartero, convivía desde hacía 27 con Rosalía, de 76, que unos meses atrás decidió poner punto final a la relación. El hombre tuvo que abandonar el domicilio en el que convivían y ella optó por cambiar la cerradura de la puerta, ante el patente malestar de su expareja y sus acusaciones en público.

Hace aproximadamente un mes y medio, Ángel N. acudió a un supermercado que frecuentaba y preguntó si tenían "cuchillos para la matanza", pero se tuvo que ir con las manos vacías. El hombre repitió la misma operación hace unas dos semanas, aunque esta vez en otro establecimiento comercial y parece que con más suerte que en el anterior. Mientras tanto, Rosalía se había desplazado a Francia a ver a su hermana.

Ambas mujeres llegaron a España hace unos días, y su expareja decidió actuar. Con el arma escondida bajo el abrigo, el hombre decidió hacerle la espera agazapado junto a las puertas de un supermercado en el que Rosalía acostumbra a comprar. Nada más verla, salió a su encuentro.

Ángel N. saludó primero con absoluta normalidad a la hermana de su expareja dándole dos besos. A continuación se dirigió con furia hacia Rosalía, a la que gritó: "¡Déjame entrar en tu casa, devuélveme los muebles!".

En ese momento llegó Tránsito Peña, madre de siete hijos y conocida de ambos. Pese a sus intentos por calmar al agresor, éste continuó gritando y amenazando a su expareja diciéndole: "¡Te voy a matar!", a la vez que le tiraba de la bufanda que ella llevaba al cuello intentando asfixiarla, según relataron varios testigos. Tránsito Peña trató de contener al agresor, mientras gritaba pidiendo auxilio, pero de repente Ángel N. sacó el cuchillo que llevaba escondido bajo el abrigo y asestó varias puñaladas a Rosalía en el cuello y el abdomen. Durante el forcejeo, la conocida de la pareja interpuso su bolso entre el agresor y la víctima, consiguiendo que una de las cuchilladas no alcanzara de nuevo el cuello de la mujer.

El guardia civil retirado Antonio Campos, que camina con muletas, salía del supermercado y se encontró con la escena. En un acto reflejo, lanzó una de las muletas contra el agresor, que entonces se fue contra él y le asestó varias puñaladas. Todas menos una fueron repelidas por la faja ortopédica que utiliza el exagente, pero la última penetró en el costado y le alcanzó el riñón.

Ángel N., agotado, se apoyó contra la pared con el cuchillo en la mano. En ese momento llegó la Guardia Civil, que por tres veces le tuvo que pedir que soltase el arma. Tras su detención, el único lamento del agresor era no haber conseguido su objetivo.