Los investigadores del accidente de autobús ocurrido el pasado viernes en el suroeste de Francia habían recuperado ayer 21 cuerpos, que ya fueron enviados al instituto médico forense de Burdeos.

Los responsables de la treintena de especialistas en identificación de víctimas de la Gendarmería desplazados hasta el lugar del siniestro, en Puisseguin, indicaron que dos de esos cadáveres son los de Cyril Aleixandre, el conductor del camión contra el que chocó el autocar, y el hijo de éste, de 3 años, que iba con él en la cabina.

El coronel Patrick Touron explicó que se están recogiendo efectos personales para ayudar a identificar a las víctimas, ya que muchos cuerpos están muy deteriorados debido al incendio que se declaró tras el choque.

Uno de los equipos trabajará también en las dentaduras, para lo cual se han pedido informes odontológicos a los familiares, a quienes también se están tomando muestras de ADN.

Touron, quien advirtió de que pueden pasar tres semanas antes de la "identificación formal" de los cadáveres, explicó el método de trabajo, con una gran mesa a escasos metros de los restos calcinados del autocar donde se iban clasificando y depositando los diversos indicios con etiquetas.

El siniestro, que causó al menos 43 muertos (todavía hay dudas sobre el número de pasajeros del autobús porque la lista iba dentro y se quemó) y que es el accidente de autobús más grave registrado en Francia desde 1982, se produjo a las 07,30 hora local en un tramo de la carretera departamental D17, cerca de la ciudad de Libourne que atraviesa una zona boscosa.

En el autocar iban los miembros de un club de jubilados de la cercana localidad de Petit Palais que tenían previsto realizar una excursión a Béarn, a pocas decenas de kilómetros más al sur, pero el accidente se produjo poco después de comenzar el viaje.

Según los primeros indicios, el camión invadió el carril contrario por razones aún desconocidas y el autocar, que llegó en sentido contrario, no pudo verlo porque hay una curva sin visibilidad y se empotró contra él.

Rápidamente se declaró un incendio, que se convirtió en la trampa mortal para la mayoría de los ocupantes del autocar.