"Sólo eran unos porritos para celebrar las uvas y un 'chinín' (heroína fumada) para el espectáculo de la tele de después", declaró ayer en la Sección Tercera de la Audiencia un exrecluso de la cárcel de Villabona, P. G. C., acusado por la Fiscalía de traficar con droga entre barrotes. Pese a estas excusas, el fiscal Enrique Valdés-Solís mantuvo su petición de ocho años de prisión para este exrecluso y seis años y medio para su compañero de celda, J. M. V. P., también en libertad ahora.

"Me habéis jorobado las Navidades", le espetó P. G. C. a uno de los funcionarios que registraron su celda el 30 de diciembre de 2013 y encontraron en el colchón 0,27 gramos de heroína (con una pureza del 12 por ciento), casi 7 gramos de resina de hachís, 0,66 gramos de metadona y 0,52 de un tranquilizante.

"La droga era para mí, la compré para pasar la Nochevieja. ¡Que somos presos!", destacó. P. G. C. El exrecluso quiso quitar hierro a la cantidad de droga encontrada. "La heroína que me cogieron me habría durado veinte minutos en la calle. Allí me daba para pasar la noche", dijo.

Los funcionarios explicaron que "es habitual que la población reclusa acumule fruta fermentada y drogas para las fiestas" y, por tanto, cuando éstas se acercan hay un plan de registros en las celdas aunque no haya indicios de tráfico. En este caso, de hecho, no los había.

No toda la droga encontrada era para la "fiesta". Los tranquilizantes se los habían recetado al recluso para reducir su ansiedad ante la grave enfermedad que padece, un linfoma folicular. Una médico que le trata desde hace años aseguró que también el consumo de hachís estaría relacionado con el grave proceso orgánico que padece, por su efecto paliativo. "Que consuma hachís lo considero un mal menor", explicó. El acusado, de 41 años, que consume drogas desde los 16 años, aseguró que el hachís era "para los dolores". "El problema lo tengo con la heroína", reconoció. "Te deprimes muy a menudo allí dentro, pero tampoco hay posibilidad de drogarse mucho. Ni hay droga ni hay dinero", aseguró.

Este preso quiso cargar sobre sus espaldas con el hallazgo de la droga. Iba a invitar al otro recluso, pero éste, según aseguró, no había participado en la compra ni sabía dónde estaba guardada la droga. Eso sí, "teníamos pensado conseguir algo para la Nochevieja", admitió el acusado, al que le quedaban seis meses para cumplir su condena cuando se produjeron los hechos. También dijo que el registro se produjo cuando no estaban en la misma, algo que negaron los funcionarios.

Las defensas llamaron la atención sobre la naturaleza "irrelevante" de las cantidades, la ausencia de sospechas de que traficasen y la elevada adicción al menos de P. G. C. El letrado de este acusado pidió la libre absolución, aunque, alternativamente, solicitó que se apreciase la semieximente de toxicomanía. Este juicio se produce en plena polémica después de que la Asociación de Familiares de la UTE denunciase que la droga corre sin control por la prisión.