El tifón "Melor" golpea Filipinas y muchas zonas del país aún esperan la llegada de ayuda gubernamental. La zona más afectada se centra alrededor de la ciudad costera de Infanta, al norte del archipiélago, en el golfo de Lingayen.

Infanta tiene unos 23.000 habitantes, pero el "Melor" ya afectó a unas 280.000 personas de un territorio mucho más extenso y ha causado daños a 160.000 viviendas. Parte de esos 280.000 habitantes, población muy vulnerable, se está desviando a centros de evacuación. La rotura de puentes y el destrozo en carreteras, junto a los aludes y movimientos de tierra, mantienen aislados muchos núcleos rurales filipinos.

En las montañas de Sierra Madre, en la provincia de Quezon, los habitantes tratan de recuperar el ritmo vital. Las autoridades filipinas aún no han facilitado un número de víctimas, probablemente porque por el momento es imposible saberlo.

Las primeras estimaciones calculan en unos 35 millones de euros los daños en infraestructuras y en la agricultura. A buen seguro que la cifra aumentará cuando se conozca el alcance real del tifón.

Alta montaña

La difícil orografía de la zona (alta montaña y vegetación profunda) ha generado dificultades especiales añadidas. Portavoces de la población afectada urgieron ayer al Gobierno filipino a poner en marcha métodos alternativos para hacer llegar a la población suministros y bienes de consumo básicos y a abrir cuanto antes vías de evacuación de heridos y desplazados.

Es época de tifones en Filipinas, y este año estos fenómenos metereológicos, que se suceden casi de forma ininterrumpida en la zona, llegan con intensidad inquietante, haciendo planear entre la población la sombra del tristemente famoso tifón Haiyan, que en 2013 devastó parte del país, dejó 14 millones de afectados (unos seis millones de niños) y más de cuatro millones de personas sin hogar. El Hayan obligó a la comunidad internacional a poner en marcha operativos de ayuda.