El fiscal jefe de León, Emilio Fernández, aseguró ante un grupo de periodistas que hay muchos sicarios profesionales que no rematan sus trabajos con tanta perfección como Montserrat González, autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de Isabel Carrasco, la presidenta de la Diputación de León. Según el fiscal, en determinadas ocasiones de la instrucción tuvo la sensación de encontrarse viviendo un capítulo de las películas de "El Padrino" y admitió que el plan trazado por las tres acusadas estuvo a punto de salirles bien y que si no lo consiguieron fue por muy poco.

Un total de 99 testigos declararán a partir de la próxima semana en el juicio por el crimen de Isabel Carrasco, abatida a tiros el 12 de mayo de 2014. La vista se celebrará en la Audiencia de León con un centenar de medios de comunicación acreditados.

El juicio comenzará el 18 de enero, con la constitución del jurado, y se prolongará hasta el 17 de febrero con la declaración de las tres imputadas, casi un centenar de testigos y numerosos peritos. En el banquillo de los acusados se sentarán Montserrat González, de 60 años; su hija, Triana Martínez, de 36, y la agente de la Policía Local de León Raquel Gago, de 42.

Según el fiscal jefe de León, el plan estuvo a punto, muy a punto de salir bien, y a veces le dio incluso la impresión, en algunas de las fases de la instrucción, de ser parte de una película de "El Padrino". Poniéndose en pie ante los periodistas, relata el "Diario de León", Emilio Fernández escenificó cómo la asesina confesa pasó a escasos centímetros del policía jubilado con la pistola en la mano y guardada en el bolso, pese a lo cual el agente retirado decidió seguirla y poner en peligro su integridad a cambio de conseguir la identificación y de instar a la detención de la entonces sospechosa.

Isabel Carrasco, que también era la presidenta del PP en León, murió tras recibir tres disparos cuando atravesaba una pasarela peatonal sobre el río Bernesga para dirigirse a la sede del PP, en el paseo de Salamanca. Cuarenta y ocho horas después, Raquel Gago entregó en Comisaría el arma homicida y explicó que la había encontrado en su coche sin saber cómo había llegado hasta allí.