Es sin duda la otra gran víctima del asesinato de Isabel Carrasco. El fuera su última pareja, Jesús López Brea, abrió su corazón ayer en el juicio para expresar todo el naufragio personal que vive desde el crimen. "¡Desde el día que la vi tirada en el suelo mi vida se acabó!", exclamó. Su relato fue el de un hombre derrotado, que ha tenido que cambiar de ciudad, porque el crimen le dejó "sin nada", sin trabajo y sin ocupación. "Ahora estoy intentando estar en Madrid y sacar fuerzas de no sé dónde para intentar seguir con mi vida", aseguró.

Ayer confesó que aquel 12 de mayo de 2014 supo que algo iba mal porque su pareja no cogía el teléfono y no llegaba. Relató cómo se acercó a la pasarela, hasta el cordón policial, pero no se veía nada y tan sólo vislumbró "personal sanitario y policías", momento en el que le dijeron que Isabel estaba allí. "Salté el cordón y al llegar arriba la vi. Estaba con una sábana blanca tapada, pude ver los zapatos, su cabeza, su pelo, la sangre. Me dijeron: 'Jesús, no vayas', y pregunté: '¿Está bien? ¿Está viva?' Y me dijeron: 'Está fallecida'", contó.

A la autora material del crimen y su hija Triana las conocía por ser afiliadas del PP y haber coincido con ellas en algunos actos. En uno de ellos, Montserrat le presentó a su hija y le dijo que "estaba en el partido y era muy válida" y que le tenía que decir a Carrasco que "la echara una mano", algo que le pareció, en ese momento, "absolutamente normal". Más tarde, Jesús comentó a Isabel ese episodio y ella le contestó que "esa plaza iba a quedar libre", y que lo que tenía que hacer Triana era "preparase bien para presentarse al examen y obtenerla". Y en otra ocasión le abordó Montserrat González, la madre, para pedirle las preguntas del examen. "Le dije que eso a Isabel no le iba a hacer gracia, que estudiara y se presentara", declaró.

Ayer también declaró una vecina de Carrasco que vio a la asesina merodeando "durante tres meses", entre enero y marzo de 2014, y que llegó a llamar a la Policía al pensar que se trataba de terroristas. Y un controlador de la ORA que estaba presente cuando Triana introdujo el arma homicida en el coche de la policía local Raquel Gago aseguró que ésta tuvo que verlo necesariamente por su posición. Triana solo le dijo: "Abre el coche".