Una persecución de película con catorce patrullas de la Guardia Civil ayer por el tramo occidental de la Autovía del Cantábrico (A-8) concluyó con la detención de L. Á. P. P., el recluso de 35 años que el viernes pasado se fugó del centro de inserción social (CIS) de la cárcel asturiana de Villabona. El recluso, que carecía de carné de coche, fue detenido a la altura de la salida a Muros de Nalón, poco antes del túnel de Somao (Pravia) y gracias a un tapón de tráfico realizado por la Benemérita.

Todo comenzó al filo de las doce del mediodía cuando una patrulla de Seguridad Ciudadana del puesto de Boal realizaba un control preventivo en la rotonda de acceso a la A-8, en la parroquia de La Roda (Tapia). El fugado viajaba a bordo de un Renault Megane de color gris con una mujer de copiloto cuando recibió el alto por parte de la Guardia Civil. Aunque en un primer momento hizo amago de parar, el hombre dio un volantazo y emprendió la fuga, lo que puso en marcha un espectacular dispositivo policial. Primero, el detenido transitó por pistas vecinales de las inmediaciones de la localidad tapiega de Mántaras, pero, al verse bloqueado por una patrulla de Tráfico de Luarca que se unió rápidamente al operativo, volvió a acceder a la autovía, conduciendo en sentido Oviedo.

El capitán de la Guardia Civil de Pravia se puso al mando del dispositivo, que movilizó a la mayor parte de las patrullas de servicio de las compañías de Pravia y Luarca. Participaron tanto agentes de Seguridad Ciudadana como de Tráfico e incluso del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) y de la Patrulla Fiscal Territorial (Pafite). El objetivo de todos los equipos era bloquear el avance del fugado -del que aún desconocían la identidad-, así que se tomó la decisión de retener el tráfico a la altura del túnel de Somao para hacerle frenar.

En los setenta kilómetros que separan Tapia de Somao se vivió una persecución espectacular, con el fugado conduciendo a velocidades de vértigo y jugándose el tipo con adelantamientos por la derecha que pusieron en peligro a los conductores que transitaban a media mañana por la autovía y que fueron testigos atónitos de esta operación.

El tapón preparado antes del túnel praviano y en el que participaron una treintena de vehículos dio sus frutos y obligó al fugado a reducir la marcha y, finalmente, al verse sin escapatoria, frenar en seco. Los agentes le detuvieron entonces ante la atenta mirada de los conductores parados en plena Transcantábrica, que estuvo cortada al tráfico en dirección a Oviedo durante varios minutos.

La detención de L. Á. P. P. se produjo alrededor de la una menos veinte, tras unos cuarenta minutos de frenética carrera por la autovía. Dicen los testigos que en el momento del arresto estaba tranquilo, mucho más que su acompañante, que trató sin éxito de que el hombre redujera la marcha para evitar un accidente.

En el momento de su detención los agentes comprobaron su identidad: el preso que días antes había saltado por una ventana para fugarse de la prisión asturiana.