El presidente francés, François Hollande, andaba ayer de anfitrión de la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, pero sus auténticas preocupaciones provenían de los cielos encapotados de París. Anteanoche hubo cena de gala, que casi coincidió con el pico de subida de las aguas del Sena a su paso por la capital francesa: 6,09 metros. A las nueve de la mañana de ayer el nivel había descendido tan sólo cinco centímetros, pero apenas llovió en París ayer y eso fue motivo de tranquilidad.

Los aficionados al tenis de todo el mundo comprobaron los nubarrones pero la ausencia de lluvia en las dos horas que duró la final femenina de Rolland Garros, con triunfo español. Ambiente húmedo, temperatura de 15 grados. "Como Asturias", explicó ayer por teléfono la periodista asturiana Vanesa Parapar, que trabaja en París y climatológicamente hablando se siente como en casa. Parapar comprobó ayer "la multitud de parisinos a pie del Sena" -todo un espectáculo- "y la casi total ausencia de turistas", entre otras cosas porque los barcos de turistas no operaban. "Lo peor no se lo lleva París, hay pueblos en la región que han quedado devastados. Las aguas del Sena traen de todo, árboles enteros arrancados o trozos de barcos".

Por el momento hay cuatro muertos y 24 heridos, datos actualizados ayer por la tarde por el primer ministro francés, Manuel Valls, tras reunirse con el gabinete de crisis en el Ministerio del Interior. Hay 20.000 evacuados, casi todos en la región parisina.

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, señaló que la situación se ha estabilizado en la capital y que se asiste a un comienzo de decrecida del Sena, aunque insistió en que "hay que permanecer vigilantes".

Con los museos parisinos del Louvre y Orsay de mudanza interior por si acaso, las medidas de seguridad se han acrecentado en los últimos días ante la inminencia de la Eurocopa.