"Por unas fiestas libres de agresiones sexistas". Ésa era la premisa con la que el pasado 5 de julio, dos días antes de que dieran comienzo los multitudinarios sanfermines, el Consejo de la Mujer de Pamplona buscaba dar freno a uno de los puntos negativos más dañinos de los últimos años en la capital pamplonica: los continuos ataques que las mujeres reciben por parte de los miembros del sexo opuesto.
Pero un año más las agresiones machistas han copado las noticias. Doce personas han sido detenidas en Pamplona desde el comienzo de las fiestas acusadas de delitos sexuales, seis de ellas por abusos y otras seis por agresiones. La indignación ciudadana va en aumento al conocerse ayer mismo dos casos más.
Los hombres, escudados en la ingesta de alcohol y las masas de personas durante las fiestas, aprovechan para sobrepasarse con las mujeres más próximas. Almudena Cueto, directora del Instituto Asturiano de la Mujer, califica los hechos de "intolerables e inaceptables en una sociedad democrática e igualitaria".
Y es que además de las cuatro agresiones sexuales denunciadas, se han presentado siete denuncias por abusos y otra más por un intento de agresión, demostrando así la cara de la violencia machista que se ampara en el tumulto y el ambiente propio de las fiestas.
El Ayuntamiento ordenó aumentar las medidas de seguridad, instaló cámaras tanto en la plaza Mayor como a lo largo del recorrido, y reforzó la dotación de agentes hasta un total de 3.500.
Con el fin de concienciar, el pasado día, el Consejo organizó una carrera solidaria por el centro de la ciudad, siguiendo el mismo recorrido que harían, horas más tardes, los toros. Pero ya ese mismo día, el del chupinazo, se produjo la primera de las agresiones sexuales.
Cinco hombres encerraron a una mujer en un portal para violarla, maniatándola y aprovechando para robarle el móvil. Incluso, grabaron la escena con un teléfono móvil. Entre los presuntos agresores se encuentra un joven guardia civil. Sólo unos días más tuvieron que transcurrir para que una joven francesa denunciara una nueva agresión sexual. Y no fue la última.
Los mensajes que trataban de concienciar no han logrado su efecto, pero Cueto señala que si bien "no están sirviendo como intimidación, ya que las raíces de la desigualdad vienen de atrás", sí señala que se trata de campañas positivas "en cuanto que la mayoría de estos agresores han sido identificados gracias a las cámaras y a los agentes, y ahora están en prisión".
Para Cueto, la solución pasa por "ser capaces, como sociedad, de condenar este tipo de conductas, no permitirlas. Tenemos que ser capaces de ver que la víctima nunca puede ser la responsable de estas situaciones". Un problema que para Cueto "es de base. No se pueden tolerar ciertos comportamientos, ni determinados mensajes que estamos constantemente recibiendo en los que se escenifica una relación de supremacía del hombre sobre la mujer y su cuerpo".
