Al menos dos personas murieron ayer, siete resultaron heridas y otras dos permanecen desaparecidas por una explosión en una de las mayores plantas químicas del mundo, la sede central del gigante BASF en Ludwigshafen (oeste de Alemania).

La explosión se produjo en unas conducciones del puerto norte (al río Rin) de la factoría, por donde la planta se abastece de gas licuado, aunque la empresa asegura que no ha detectado contaminantes peligrosos ni en el agua ni en la atmósfera. Un aparatoso incendio y una gran columna de humo negro dieron paso a la alarma cuando las autoridades pidieron a la población no salir a la calle y se detectasen problemas respiratorios en algunas personas. Entre los siete heridos hay seis en estado grave y permanecen hospitalizados.

Uwe Liebelt, responsable de la planta de BASF Ludwigshafen, aseguró que "los daños económicos" sufridos son "irrelevantes" porque -subrayó- su "gran problema" son los damnificados por la explosión.