El Juzgado número 4 de Gijón ha archivado el caso de la maliayesa María Trinidad Suardíaz, desaparecida en 1987, al no haber dado con los restos de la mujer en una finca de Matadeón de los Oteros (León), ni tampoco con su marido, Antonio María da Silva, de Portugal, donde la Policía sospecha que puede encontrarse ahora, ya que en su día fue interrogado allí por agentes lusos. En ese momento, el hombre declaró que no tenía noticias de su esposa ni de su hija, Beatriz. Ahora está siendo investigado por la misteriosa desaparición de ambas.

La instructora, Ana López Pandiella, pidió a las autoridades lusas que tomasen declaración como investigado a Da Silva, pero no han dado con él. No obstante, la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría de Gijón persiste en localizarle. Las esperanzas de hallar a las mujeres con vida son remotas. De haberse producido un delito, éste ya estaría prescrito. Este año se cumplen treinta de la desaparición de las mujeres, que tendrían hoy 53 y 30 años.

En marzo de 2016, junto con agentes de León, guardias civiles y miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME), la Policía rastreó el solar donde una vez se levantó la casa donde vivió el matrimonio, en Matadeón, derribada en 1996. Confiaban en encontrar los cuerpos, pero no fue así. En este pueblo se vio a Mari Trini por última vez. Era de sobra conocida la mala vida que le daba su marido. A ningún vecino le extrañó su ausencia porque eran frecuentes las idas y venidas. La mujer, natural de Bárzana (Villaviciosa), tenía 23 años y su pequeña, un año. Era un misterio lo que ocurría en aquella pequeña casa verde azulada, siempre cerrada. Los vecinos recuerdan haber visto a la mujer echar a correr, gritando que él la estaba pegando. Alguna vez intentó huir, pero él fue a buscarla a la estación.

Al igual que hizo antes en Berbes (Ribadesella), la mujer tiró al patio una nota de auxilio contando que su marido la tenía encerrada. En Matadeón denunciaron el caso y Da Silva fue detenido. Trinidad, conocida como Teresa, pudo regresar a Asturias con sus padrinos, José María Sainz y Trinidad Vecino. Estaba embarazada de su hija Beatriz y pasó unos meses en la casa familiar. Dio a luz en la casa cuna de La Gota de Leche (Gijón), en junio de 1986, y estuvo acogida por las Adoratrices. En septiembre de ese año bautizaron a la niña y un par de días después falleció su madre. Luego regresó con su marido, pese a las advertencias de sus familiares. Nunca reanudó el contacto. La pareja se había casado el día de Reyes de 1985, en la iglesia de La Oliva, en Villaviciosa, y no en su parroquia de toda la vida, en Seloriu, ya que el párroco sospechaba que "el Portugués" ya estaba casado. Nunca más se supo de ellas. Es como si se las hubiese tragado la tierra.