La joven de 25 años que sufrió una violación en la calle Conceyín de Oviedo en febrero de 2014 terminó ratificando su denuncia en el juicio celebrado ayer en la Sección Segunda de la Audiencia, pese a que inicialmente trató de no hacerlo con la excusa de que ahora mantiene una relación con el acusado, un guardia civil que estuvo hasta su detención en el Grupo de Acción Rápida (GAR). Le costó al tribunal que la joven admitiese haber sido violada. "No hubo consentimiento, hubo penetración", reconoció con un hilo de voz. Al tomar la última palabra, el agente clamó: "Soy inocente". Pero el fiscal mantuvo nueve años de cárcel.

La defensa de David G. M. había confiado en que el tribunal dispensase a la joven de declarar, al estimar que el supuesto noviazgo que mantienen el agresor y la víctima es equiparable a una relación conyugal, pero la magistrada Covadonga Vázquez, presidenta del tribunal, negó esta posibilidad, ya que ni están casados ni conviven. Las reticencias de la víctima rozaron el desacato, pero finalmente el fiscal pudo arrancar a la joven un reconocimiento de que el hombre le había impedido salir del coche y la había penetrado vaginalmente.

Antes, el acusado, defendido por Miguel Ángel Ybern, había indicado que todo se trató de un encuentro consentido, tras desayunar en un café de La Corredoria, después de que la joven y una amiga hubiesen vuelto a Oviedo tras una noche de fiesta en Gijón. Las camareras del café aseguraron que el guardia tenía un cochazo (un Audi A4) y se comportaba como un caballero.

Pero estaba también el testimonio de la madre de la víctima, quien corroboró que aquella mañana su hija llegó con las medias rotas y le confesó que "el chico la había cogido contra su voluntad". La mujer llamó al presunto violador y le pidió explicaciones. Él se justificó asegurando que iba a iniciar una relación con su hija. Los forenses encontraron compatibles las lesiones que presentaba la joven -hematomas en la cara interna del muslo- con una agresión sexual. El agente presentaba dos arañazos en la cara, causados por la joven al tratar de quitárselo de encima. Un amigo del guardia dijo que fueron fruto de una pelea. Los psicólogos propuestos por la defensa negaron cualquier credibilidad a la denuncia.