"Si no me llega a dar por cogerle por las orejas, seguramente me hubiese matado". Avelino Lorenzo, vecino de 63 años del pueblo llanerense de Carbajal, no tiene dudas de que sus reflejos fueron determinantes para salvarle la vida cuando, en la mañana del miércoles, un perro, supuestamente de la raza peligrosa presa canario, se abalanzó sobre él y lo mordió, hiriéndole de manera considerable en un brazo y en una pierna y de forma más leve en el vientre.

Los hechos tuvieron lugar en el pueblo de Bonielles, por donde Lorenzo suele pasear "día sí y día no" en sus habituales caminatas matinales, explicó ayer a LA NUEVA ESPAÑA ya en casa recuperándose, tras haber pasado varias horas en el hospital.

Eran alrededor de las nueve de la mañana cuando, al pasar por delante de una casa, el perro agresor y un pastor alemán salieron a por él a la carretera. "Estaba la portilla abierta y se lanzaron a por mí. Al pastor alemán lo asusté, pero el otro vino como si me hubiesen disparado una bala", relata la víctima, que asegura que los perros son conocidos. "Siempre que pasaba me ladraban y me seguían, pero al estar cerrados no podían hacerme nada y solo me seguían hasta perderme de vista", indica.

Una vez que el presa canario se lanzó sobre él lo primero que hizo fue morderle la pierna izquierda, lo que provocó una rápida reacción de Lorenzo. "Le cogí por las orejas y se asustó", explica. Luego se dio cuenta de que llevaba collar y decidió agarrarle por el mismo, pero para ello tuvo que pagar con una nueva mordedura. "Al soltar para coger el collar me mordió el brazo izquierdo y luego la barriga". Los dos principales daños fueron los de las extremidades, mientras que el del vientre se quedó "en algo más superficial".

Los momentos más angustiosos sucedieron después, ya que si bien el hombre tenía sujeto al perro, no tenía ningún modo de deshacerse de él, y a pesar de gritar no encontraba ayuda ni de vecinos ni de gente que pasaba por la carretera. "Muchos miraban, pero daba la impresión de que pensaban que el perro se me había escapado", cuenta Avelino Lorenzo.

La espera se le hizo eterna, pero dio sus frutos unos minutos después cuando unos jóvenes trabajadores de una empresa de piensos se percataron del ataque y acudieron en su ayuda. "Pasaron de largo, pero uno se percató de que sangraba por el brazo y dieron la vuelta para ayudarme", rememora el hombre que, finalmente y con ayuda, pudo apartar el perro y atarlo en un lugar en el que no generase más problemas.

Seguidamente, el dueño se desplazó hasta el lugar, del que a Lorenzo no le quedó una buena impresión. "Solo se preguntó que por qué estaban abiertas las portillas y que tenía buen seguro para el perro", lamenta el llanerense, que ayer al mediodía no había recibido todavía ninguna llamada del vecino, al cual no conoce, para preocuparse por las consecuencias de un episodio que, al parecer, no es el primero. "A una mujer ya la había mordido este perro hace dos años en las nalgas y en la cabeza".

De todos modos, la víctima se congratula porque finalmente los daños se quedaron en más de cuatro horas de curas en el HUCA, en unos puntos y en otros tratamientos que confía en que le permitan recuperarse al cien por cien. "La suerte es que no me atacó también el pastor alemán, porque si tengo que lidiar con los dos a la vez voy arreglado...", apostilla el hombre al que la pericia y sangre fría le permiten ahora relatar su historia a este diario.