Un joven de 22 años murió tras recibir un puñetazo y patadas de madrugada tras la cabalgata del carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, celebrada el sábado. Jhonatan Orozco Calderón, de origen colombiano, fue dado de alta el domingo tras recibir atención médica en el Hospital Dr. Negrín, y amaneció sin vida el lunes en la casa de sus tías.

La Policía Nacional detuvo a dos personas de origen italiano que pueden estar vinculadas con la paliza. "A mi sobrino le encantaba el carnaval y no le gustaban las peleas. Ahora solo pido que paguen por lo que han hecho; hoy fue mi sobrino, pero el año que viene puede ser cualquiera", manifestó ayer la tía, Johanna Gutiérrez.

Los investigadores tratan de aclarar si los golpes que recibió la víctima están vinculados con su fallecimiento, dadas las horas transcurridas. Pero los familiares son rotundos al afirmar que Jhonatan perdió la vida tras los golpes recibidos, y que los testigos corroboran que recibió una paliza.

Según el relato de la tía, la agresión se registró sobre las tres y media de la mañana del domingo. Jhonatan, que llegó con su abuela cuando apenas tenía cinco años a Gran Canaria, había acudido a la cabalgata con amigos. Se había vestido de pintor y había caminado desde San Telmo hasta el Parque siguiendo las carrozas. Allí, los amigos se despidieron y se quedó solo. Según los testigos, añade, dos chicos italianos le lanzaron de forma súbita un puñetazo, que lo tumbó. Y cuando estaba en el suelo le dieron varias patadas en la cara y en la cabeza, quedando inconsciente, a tenor del mismo relato y a la espera de una versión oficial de los hechos.

"No había habido discusión previa", aclara el familiar, que agradece la ayuda que recibió en esos momentos de los presentes. Poco después fue evacuado al Hospital Dr. Negrín. "Primero no me reconocía", apunta la tía, que detalla que el personal le inyectó calmantes, y le dieron tres puntos y grapas para cerrar las heridas.

"Mi amor, me duele", asegura que eran las palabras de Jhonatan cuando seguía internado. A las doce del mediodía del domingo le dieron el alta. "Cuando estaba almorzando seguía diciendo que le dolía la cabeza y el pecho". A las seis de la tarde fue a declarar a la policía por lo sucedido. Tras pasar por la comisaría, volvió a la casa de otra tía situada en la urbanización Sansofé, en Escaleritas, donde se quedó a dormir.

Hasta que a las nueve de la mañana del lunes lo fueron a despertar, porque tenía que ir al juzgado a las 11.30 horas. Pero en la misma cama descubrieron que había muerto. Avisaron a los servicios de emergencia, pero nada pudieron hacer por él.

"Queremos que estas dos personas paguen; le golpearon sin piedad y lo mataron, que acaben en la cárcel", reclamaba ayer la tía, Johanna Gutiérrez, mientras velaba por el cuerpo del joven, que residía en la calle Diego Betancor. "Esto es una tragedia. Espero que se haga justicia. Lo agredieron y lo violentaron porque estaba solo en ese momento. Era una persona a la que no le gustaban las peleas. Y disfrutaba de cada carnaval y era muy educado, siempre estaba sonriendo y era muy familiar: siempre estaba en casa de sus tíos y primos", destaca Gutiérrez, que insiste en que el caso de su sobrino le puede suceder a cualquier persona, y "esto no se puede permitir que pase en una fiesta como el carnaval".

La familia espera ahora la llegada de la madre esta tarde, que reside en la localidad colombiana de Barranquilla. De ahí que el entierro en San Lázaro se haya pospuesto hasta el jueves. El cuerpo se vela en el tanatorio de Las Torres. Y, mientras tanto, esperan también los resultados de la autopsia que se le ha practicado.