Miguel Ángel Muñoz Blas lleva diez días frente a las ocho mujeres y un hombre que componen el jurado popular y que lo van a juzgar por el crimen de la peregrina estadounidense del Camino de Santiago Denise Pikka Thiem en abril de 2015.

El día 15 de marzo comenzó en la Audiencia Territorial de León ese juicio que en las primeras diez sesiones, las de las declaraciones de los testigos, complicó sustancialmente su defensa. Desde el minuto 1 el abogado defensor de este leonés de 41 años ha incidido en sus dudas sobre las garantías procesales de su cliente, y desde ese mismo minuto 1 la fiscal y el abogado de la acusación particular se han empeñado en despejar esas dudas. En principio todo apunta a que lo han conseguido.

A la vista de lo declarado por los casi sesenta agentes de la Policía Nacional y Policía Local (la mayoría de Astorga pero también de Grandas de Salime, la localidad donde Muñoz Blas fue detenido en agosto de 2015), basar la defensa en la falta de garantías procesales y conculcación de derechos se antoja misión imposible.

La alternativa puede sustanciarse el día 30 cuando comparezcan ante el jurado y a petición de la defensa cuatro médicos -al menos, dos psiquiatras- que probablemente pondrán en duda la salud mental del único acusado por el crimen, ocurrido en la localidad leonesa de Castrillo de los Polvazares.

La segunda y última semana del juicio a Miguel Ángel Muñoz comienza hoy con la presentación de todas las pruebas periciales. Por la sala de vistas de la Audiencia Territorial pasarán peritos del Instituto Nacional de Toxicología, Policía Científica, médicos forenses y psiquiatras, antes de las conclusiones de cada parte y la última palabra del acusado. Será el 3 de abril.

Muñoz lo tiene peor que hace quince días. Hay aspectos del caso que perjudican ostensiblemente sus intereses.

El lugar del enterramiento. Fue él quien guió a la Policía hasta el lugar donde se encontraba el cuerpo de Denise. Confesó el crimen a los agentes y no tuvo apenas dudas sobre la ubicación del cuerpo en un paraje alejado y agreste.

Unos antecedentes difusos. En las inmediaciones de su casa la Policía tiene constancia de dos agresiones a peregrinas solitarias por parte de un hombre encapuchado que no pudo ser identificado pero con características físicas parecidas a la de Muñoz Blas. Las gafas de una de las víctimas aparecieron tiradas a la entrada de la casa del acusado.

Un cambio de dólares muy sospechoso. El día 17 de abril el acusado cambió en una sucursal bancaria. El hermano de la peregrina, en videoconferencia desde Arizona, confirmó que Denise llevaba siempre consigo una cantidad importante de dólares frente a imprevistos. Al menos, concretó, unos 500 dólares. A la defensa le va a costar trabajo explicar de dónde sacó Miguel Ángel Muñoz la divisa norteamericana que cambió por euros.

Un cadáver que cambió de sitio. En la primera declaración del acusado a los policías relató que había trasladado el cuerpo de Denise desde su lugar inicial de enterramiento, muy cerca de su casa. Efectivamente, la Policía constató la existencia de ese primer enterramiento, lo que desmonta la teoría de un hallazgo casual del cuerpo, debido al mal olor que desprendía, para explicar porqué Muñoz conocía ese lugar. El propio acusado explicó los pormenores de ese traslado del cadáver, cargando con él y arrastrándolo en plena noche.

Unas vacaciones imprevistas. Con la Policía ya al acecho, Muñoz decide cerrar la casa de Castrillo de los Polvazares y hacer el Camino Primitivo (Grandas de Salime, donde la Policía dio con él, es una de las etapas). Muñoz Blas desmontó incluso las placas solares de la vivienda, lo que da a entender su intención de ausencia prolongada. En el registro de la vivienda, en una caseta contigua, los investigadores hallaron 38.000 euros en metálico dentro de un zulo, y una camiseta negra quemada, junto a unos auriculares, también echados al fuego y que está por ver si pertenecían a Denise Pikka Thiem, de 41 años.

El caso todavía tiene muchas preguntas por contestar.

¿Dónde están las manos? El cadáver de Denise apareció sin manos. Las explicaciones de Muñoz sobre el lugar donde las había enterrado fueron inconcretas y el rastreo no dio resultado. La policía sigue buscando, convencida de que el acusado no quiso colaborar. Esas manos podrían arrojar datos biológicos de una enorme importancia.

Las uñas ¿desaparecidas? Las forenses encargadas de dirigir la autopsia, que están llamadas a declarar mañana, ordenaron a la Policía rescatar del cuerpo de Denise un fémur y las cinco uñas de un pie. Los agentes lo hicieron pero la defensa del acusado aseguró que nada se sabe de las uñas, a pesar de que la Policía comprobó su depósito y traslado al laboratorio.

La sierra con información biológica. La herramienta fue encontrada en casa de Muñoz Blas durante uno de los registros. Alguno de los agentes que declararon la pasada semana aseguró que, sometida a reactivos químicos, había dado "evidencias biológicas". La sierra fue puesta a disposición del laboratorio. Cuando se conozcan los resultados del análisis estaremos ante una cuestión clave en el desenlace del juicio.

Restos recogidos pero que no constan. Alguno de los policías nacionales que participaron en el levantamiento del cadáver aseguraron haber recogido supuestos restos humanos que ellos denominaron putrílagos, necrosis de tejidos gangrenados y mezclados con tierra, "que huelen mal y se presentan en forma de terrones". La defensa del acusado aseguró en el juicio que esos putrílagos no constan en informe alguno.

Distinguir entre el bien y el mal. La capacidad mental de Miguel Ángel Muñoz a la hora de actuar deberá ser aclarada en los próximos días. Quizá sea el último recurso que les queda a sus abogados para librarse de 25 años de cárcel.