"Me destrozó la vida. En cuatro días me llamó y escribió 837 veces. Tengo miedo a ir al garaje sola porque no hay cobertura -por si se lo encuentra-, y al centro de salud voy acompañada porque tengo que pasar por donde vive él. Aún estoy a tratamiento y tendré que seguir". La comerciante ovetense que sufrió el acoso telefónico de un vecino, que en poco más de tres meses le envió 3.826 llamadas y mensajes insultantes y pornográficos, declaró ayer en el Juzgado de lo Penal 1 de Oviedo muy nerviosa y sin poder contener las lágrimas.

El acusado, M. A. C. C., contestó sólo a las preguntas de su abogada para negar que fuera el autor del acoso y asegurar que "nunca" tuvo ese número de teléfono. De hecho, la tarjeta prepago estaba a nombre de un ilocalizable Esteban Ramírez, y la Policía no encontró ni la tarjeta ni el móvil desde el que se hicieron las llamadas y se enviaron los mensajes. El inculpado está a tratamiento psiquiátrico desde hace años por manía persecutoria y obsesiva.

El acoso se produjo entre el 27 de marzo y el 6 de julio de 2014, fechas en las que la víctima recibió 1.523 llamadas y mensajes en su móvil, otras 1.098 en su casa y el resto en su negocio.

Según relató la mujer, conocía al inculpado porque su esposa le llevaba a su negocio en La Corredoria ropa para arreglar, y ya antes cuando cosía en su casa. En marzo empezó a recibir las llamadas y mensajes y puso una denuncia, que luego amplió.

"Me ponía cosas como 'todo el mundo sabe que eres lesbiana; puta, zorra, chúpame la..., vaca, gorda, follera, lenguatera". La mujer lloraba durante su relato sin mirar al acusado. "Me sonaba el móvil continuamente . Se metía con mi hijo, y me llegó a asustar mucho. Me producía una enorme ansiedad, diarrea, vómitos, me desconcentraba...".

La Policía empezó por montar un dispositivo de vigilancia en el entorno del negocio de la víctima, buscó a qué compañía telefónica pertenecía el número desde el que se producía el acoso, y una vez localizada le pidió el listado de llamadas y mensajes y dónde se recargaba la tarjeta. En uno de esos sitios había cámaras y una grabación en la que se veía al acusado recargando la tarjeta.

Los agentes se centraron ya en M. A. C. C., pero se produjo entonces un hecho que para ellos fue definitivo. La mujer se encontró un día con que tenía una gotera en su negocio. "Al mediodía me llegó un mensaje que decía: 'zorra, puta, si tienes una gotera jódete'. Llamé a la Policía y me dijeron que recordara quiénes habían estado en el negocio esa mañana. Sólo habían entrado tres personas. Una era Pepe, un amigo de la familia, y de las otras dos, una era la mujer del acusado".

Precisamente el acusado indicó que el teléfono que recargó en el lugar donde fue grabado era el de Pepe, y no el suyo. La víctima indicó que este hombre estaba con ella y con su hijo y su empleada en el negocio muchas veces cuando recibía las llamadas y los mensajes, y que no sabía utilizar bien el móvil. Este hombre, que hubiera sido un testigo fundamental, ya falleció.

La esposa del acusado entró en contradicción con lo que la Policía incluyó en el atestado del día de la detención de M.A. C.C., cuando según los agentes, ella les dijo que su marido ya había tenido problemas con los vecinos e incluso con un familiar de León por llamarlos de manera compulsiva. Ayer, ella lo negó todo.

La defensa, ejercida por Ana Isabel Gallardo, reclamó la libre absolución basándose en que todas las pruebas eran inconsistentes para condenar, ya que no se demostró que ni la tarjeta, ni el móvil fueran del acusado. La acusación particular, dirigida por el letrado José Quindós Alba, pidió dos años de prisión, prohibición de aproximación durante cuatro años y más de 32.500 euros de indemnización. La Fiscalía, mantuvo la petición de 8 meses de prisión y 12.000 euros de indemnización por las secuelas psicológicas.