En dos ucis distintas del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), separados por unas decenas de metros, Francisco Prieto Gómez y Javier Cardín Nieto eran plenamente conscientes de que anteayer por la tarde "volvieron a nacer", como explica alguno de sus vecinos, conocedores de la zona del siniestro.

Desde Berodia a Inguanzo, dos localidades de Cabrales cercanas a Carreña, hay unos cuatro kilómetros. Ambos pueblos están unidos por la CA-2, una carretera con mucha curva y estrecha. En una de esas curvas el coche que conducía Javier Cardín, de 66 años de edad, se salió al parecer de la calzada y emprendió una dramática cuesta abajo por un terraplén de superficie arbolada y vegetación espesa, lo que quizá salvó la vida a los dos ocupantes. "En la curva, el coche siguió recto", relata uno de los accidentados.

A simple vista, cerca de 80 metros de desnivel. El automóvil quedó parcialmente volcado. Sus pasajeros, vivos. De milagro.

Llovía en el momento del accidente, aseguran algunos de los testigos que participaron en el rescate de las víctimas, y la carretera estaba mojada y deslizante. Y con otra baza en contra: el fuerte viento que azotó durante toda la jornada del jueves el municipio de Cabrales, donde se registró uno de los picos más altos de viento del día en el Principado, precisamente a media tarde.

Camino de casa

"Fue un golpe enorme, yo conseguí llegar hasta la carretera y parar un coche que pasaba por allí". Hubo suerte porque el tráfico en esa carretera sinuosa no es precisamente intenso. Es el testimonio de Francisco Prieto, vecino de Inguanzo. Hacia allí se dirigía el coche, precisamente "para dejarme en casa", de vuelta de Berodia.

La CA-2 atraviesa dos puentes principales, sobre los ríos Mirón y Cabrales. El terraplén por donde cayó el coche de los dos vecinos cabraliegos está muy cerca del cauce del Mirón, según señalaron algunas fuentes.