El Tribunal Constitucional ha rechazado admitir a trámite el recurso de amparo presentado por el vigilante gijonés José Manuel Fouces, de 50 años, condenado a cinco años de prisión y seis de alejamiento por la sección tercera de la Audiencia Provincial por intentar matar con un destornillador a su exmujer, también guarda, en la residencia de Perlora (Carreño), el 15 de agosto de 2014. El vigilante ingresó en la prisión de Asturias el pasado 19 de julio, después de que el Supremo rechazase su recursos de amparo y súplica y ratificase de esta forma la pena impuesta. De esta forma, tanto el Supremo como el Constitucional avalan la pena impuesta al vigilante, muy conocido puesto que desempeñó su trabajo en los Juzgados de Gijón.

La Audiencia Provincial rechazó la versión del acusado, según la cual, solo quiso quitarse de encima a su exmujer. Su intención era la de matarla. En los días previos había remitido varias amenazas por Whatsapp: "Has abierto la caja de Pandora y a ver quién la cierra ahora" o "Game over". El propio vídeo que hizo la víctima y el tipo de lesiones que sufrió ésta, hasta cuatro puñaladas en el abdomen, también fueron convincentes para el tribunal, al que no le gustaron nada las frases jactanciosas del acusado. "Si hubiese querido matarla, tuve mil ocasiones de hacerlo. Estaríamos hablando de otra cosa", llegó a decir durante el juicio.

La víctima, Sandra Triana Ocampo, expresó a LA NUEVA ESPAÑA el pasado mes de febrero el temor a nuevas agresiones por parte de su exmarido. "Vuelvo una y otra vez al momento en que me atacó, jamás olvidaré el odio con el que me clavaba el destornillador", confesó la mujer, natural de Colombia. La víctima relató además cómo, después del ataque, vivía en un estado de absoluta angustia, de forma que se sobresaltaba al oír cualquier ruido a su espalda, temiendo un nuevo ataque.

En el juicio, en el que estuvo defendida por Mercedes Estrada, describió un infierno de vejaciones. "Estaba harta de amenazas e insultos", indicó. A raíz del divorcio, ella quería una relación cordial, pero él no la dejaba en paz y eran constantes las discusiones por la manutención de su hijo y los comentarios hirientes por su nueva relación. El día de los hechos, hubo una nueva discusión por dinero. Él se fue poniendo cada vez más violento, hasta que agarró el destornillador. "Me salvó el cinturón, y también mi compañero, que lo agarró, dándome tiempo a escapar", dijo la mujer, que ha sido apoyada en este proceso por el sindicato USIPA.