Un pavoroso terremoto -el mayor sufrido por México en los cien últimos años, a juicio de las autoridades del país- ha causado al menos 50 muertos, según los datos difundidos a última hora de ayer. El temblor, de magnitud 8,2 en la escala Richter, ha afectado al sur del país, dejando -siempre con datos provisionales, susceptibles de empeorar- 35 muertos en el estado de Oaxaca, doce en Chiapas y tres en Tabasco.

En Chiapas vive el médico y misionero asturiano José Luis González Miranda, quien al filo de las nueve de la noche de ayer, y con las comunicaciones parcialmente recuperadas, pudo relatar a este periódico sus impresiones, muy vivas, de un fenómeno telúrico que para él no es nuevo -lleva 27 años en el continente americano- y que tuvo lugar a las 23.49 horas del jueves, hora local (6.49 de la mañana del viernes en España).

"Ya había vivido otros terremotos, algunos en El Salvador con miles de muertos, y éste es el más espantoso que recuerdo", afirmó el jesuita nacido en Blimea (1963) desde Frontera Comalapa, un municipio de Chiapas (México), muy cercano a los límites con Guatemala, donde lleva cuatro años trabajando en la asistencia a personas refugiadas.

Precisamente el temblor le pilló en una casa aún sin terminar que el Estado mexicano había puesto a disposición de una familia con dos hijos que había estado varios meses alojada en el albergue para migrantes en el que trabaja José Luis González Miranda. Cuando la casa empezó a temblar de forma violenta, el misionero y la citada familia optaron por salir a la calle. El espectáculo era dantesco. "Los vehículos brincaban como si la carretera fuera una sábana cuando le das un sopetón, o cuando sacudes un mantel para quitarle las migas", explica el religioso. El seísmo "duró casi dos minutos, que es mucho más de lo habitual", pese a lo cual no se registraron fallecimientos en toda la comarca. A su juicio, teniendo en cuenta la magnitud de la sacudida, "es extrañísimo que haya habido tan pocas víctimas y que, por ejemplo, en Frontera Comalapa no hayan caído casas, aunque algunas sí están agrietadas".

Más tarde, el médico y sacerdote pudo volver a su casa, y allí se encontró con que la imagen de la Virgen de Covadonga que tiene en su habitación "se había caído al suelo, pero no se había roto". Con una combinación de fe, optimismo y buen humor, José Luis González señala que "seguro que la Santina, en el día de su fiesta, ha contribuido al milagro de que un terremoto tan pavoroso no haya causado muchos más muertos".

Las autoridades mexicanas advirtieron de la posibilidad de que se produzca una "fuerte réplica" con una magnitud superior a 7. La Secretaría de Gobernación -equivalente en México al Ministerio del Interior- ha declarado la situación de emergencia extraordinaria en 122 municipios del estado de Chiapas.