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Un allandés en el caos de Puerto Rico

"Siguen sin llegar suministros suficientes de combustible y las líneas de comercio están paralizadas", denuncia Juan Fernández, dueño de una farmacia

Vista aérea de los daños causados por el huracán María en una zona de Puerto Rico. EFE

"Son las 3:45 am y sopla que da susto y lo peor ni siquiera ha llegado. Qué Dios nos ayude". Este el mensaje que escribió Juan Fernández, allandés residente en Puerto Rico, en el grupo de whatsapp que tiene con sus antiguos compañeros de instituto de Cangas del Narcea cuando el huracán María llegó con toda su fuerza a la isla del Caribe la semana pasada. Desde entonces, Fernández ha ido manteniendo informados a sus amigos de la gran catástrofe que se está viviendo en el país, al que -asegura- aún no ha llegado ningún tipo de ayuda ni de víveres.

"María descompuso todo nuestro mundo en la isla. Se cayeron las comunicaciones y una semana después siguen sin llegar suministros suficientes de combustibles, de las líneas normales de comercio para importación, venta al por mayor y al detalle están paralizadas y los federales lejos de ayudar, confiscaron recursos impidiendo que se normalice la entrada de mercancías, a la vez, el Gobierno local pretende cobrar contribuciones en el muelle en medio de un caos general, lo que entorpece en lugar de ayudar", denunciaba Fernández a través de las redes, asegurando que existe una gran decepción con Estados Unidos "porque su respuesta ha sido invisible hasta ahora".

Hace unos meses, en Cangas del Narcea se creó un grupo a través de la aplicación de mensajería instantánea en la que se pusieron en contacto la promoción del instituto cangués de 1970-1971. Hasta ahora, en el grupo todo eran anécdotas, recuerdos del pasado, fotografías... Pero con la llegada del huracán María a Puerto Rico el tono de las conversaciones cambió radicalmente para escuchar y enviar apoyo al allandés Juan Fernández. "Estábamos conociéndonos otra vez, recordando anécdotas y preparando una cena para finales de octubre, pero la llegada del huracán lo cambió todo, arrasó Puerto Rico", cuenta María del Carmen Azcárate quien asegura que desde entonces "nos acostamos hablando de Juan y nos levantamos preocupados por él".

Sus compañeros aseguran que lo que transmite a través de sus mensajes asusta, y les inquieta que la ayuda no esté llegando. "Él mismo está repartiendo lo poco tiene con gente que no tiene nada y ha organizado su barrio para establecer una cadena de ayuda", añade Azcárate.

"En la calle organizamos una intendencia para administrar el agua, la comida y el combustible; en una casa tenemos la cocina y en las demás otros recursos", explicaba Juan Fernández a sus compañeros dos días después del huracán. En el quinto día tras la catástrofe, los ánimos iban decayendo en Puerto Rico y el allandés dejaba a sus amigos un mensaje alarmante: "La situación es terrible, especialmente por el error del toque de queda que solo es bueno para los pillos, es peligroso".

Con el paso de los días y las reiteradas quejas de Juan Fernández de que la ayuda no estaba llegando a la isla y la población estaba en una situación límite, el grupo asturiano decidió movilizarse. Comenzaron a dar la mayor difusión posible a los mensajes que iban recibiendo desde Puerto Rico y que relataban los horrores que estaban padeciendo los residentes, para lograr concienciar sobre la necesidad de que lleguen los suministros básicos al país. "Juan se está involucrando mucho, busca contactos a través de su farmacia e intenta llegar a los lugares donde puede comprar algo pero se encuentra todo desabastecido, está todo paralizado", denuncia Azcárate.

"Una semana después, aquí no solo no ha llegado ayuda o solución desde Estados Unidos, sino que aparentemente están impidiendo que llegue, parece que estamos secuestrados, el gas, los combustibles, las medicinas, el agua y todo lo que aquí había se acaba sin que repongan en la cantidad necesaria, estamos en situación de vida o muerte", alarmaba Fernández el pasado día 27, miércoles.

A pesar de todo, la gente de a pie intenta recomponer su vida de nuevo en medio de la nada. Esta semana, Juan Fernández ha abierto de nuevo su farmacia, aunque está viendo cómo se están agotando todos sus productos. Para seguir adelante ha ideado realizar una instalación eléctrica en su local que pueda servir para algunos más de la calle. Poco a poco miran hacia adelante en Puerto Rico y Fernández transmite a través de sus mensajes su optimismo: "No nos vamos a quedar de brazos cruzados a esperar por nadie".

Es más, el allandés intenta quedarse con cada detalle de lo que está viviendo pensando en el futuro. Por ello escribe cada avance y cada retroceso del día para que quede constancia, y piensa que "la próxima vez que llegue anuncio de huracán, estoy seguro de que todos nos prepararemos más, aunque para algo como esto no hay nada que alcance porque el huracán barrió de punta a punta la isla".

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