Ha cambiado. Ahora es un hombre de 50 años, más grueso, con menos pelo. Se parece más a su hermano Manuel. En la cárcel encontró el respiro que no había tenido durante décadas. Ayer escuchó por fin su nombre unido a la expresión "con todo", es decir, con todas sus pertenencias, signo inequívoco de excarcelación. Un funcionario le acompañó hasta la puerta. "Ahora pórtate bien", pudo decirle. Atrás quedaban seis años "a piñón", sin ningún beneficio. Tomasín parecía no creerlo.