"Quedé sin el dinero y con un bocadillo en la mano", aseguró en la mañana de ayer el anciano B. F. L., al que estafaron en junio de 2015 la friolera de 10.000 euros por el procedimiento del "tocomocho". El hombre, que tiene 75 años en la actualidad, aseguró en la vista celebrada en el Juzgado de lo penal número 2 de Oviedo que Antonio C. L., el acusado, se parecía a una de las personas que le estafó, en concreto un individuo que aparentaba ser gallego y con una discapacidad. Antonio C. L., vecino de Santa Eulalia, en Toledo, negó por activa y por pasiva haber estado jamás en Asturias. Sobre él pesan ya tres condenas por timos similares al que se juzgaba esta mañana en Oviedo, con un modus operandi clavado.

B. F. L. contó que el día de los hechos estaba en la calle Molín de la Casuca, en el barrio de La Corredoria de Oviedo. El acusado, dijo, se le acercó preguntándole por una calle. Luego apareció el "gancho". El "tonto" enseñó unos cupones que quería cobrar. El "listo" fue a por un periódico en el que vieron que estaban premiados. Y convenció al anciano para poner 10.000 euros cada uno a cambio de los cupones, que habían sido agraciados con 240.000 euros. Llevaron en coche al anciano hasta el banco y sacó el dinero. Hecho el intercambio, al "tonto" le entró hambre. El "listo" le dio diez euros al anciano para que fuese a un bar a comprar un bocadillo. Ellos le esperarían en el coche, a la puerta. "Cuando salí, el coche ya no estaba", confesó el estafado.

Luego tardó dos días en denunciar. "Tenía miedo de lo que me pudiesen decir en casa", reconoció. Primero dio una versión imposible: le habían secuestrado y le habían obligado a sacar el dinero. A la Guardia Civil no le cuadró la denuncia. Dos días más tarde, el hombre admitió que había sido víctima de un "tocomocho". Reconoció a uno de los autores fotográficamente, pero unos meses después, en los Juzgados, identificó a otra persona. La fiscal, que pidió tres años para el acusado -al igual que la letrada de la acusación particular, Natalia Álvarez-, indicó que las dudas del anciano entraban dentro de lo normal. La defensa, a cargo de Félix Pascual, arguyó que el denunciante no tiene credibilidad alguna. El juicio quedó visto para sentencia.