Ana Suárez Fernández, la niña ibiense de 19 meses que falleció en 2013 tras atragantarse con una palomita que los médicos no supieron detectar ni por tanto extraer, pudo salvarse. Hubiese bastado con que se practicase una broncoscopia, que estaba claramente indicada para su caso. Lo afirmó ayer el forense César Luis Conti en la segunda jornada del juicio que se viene celebrando en el Juzgado de lo penal número 1 de Oviedo contra la doctora del HUCA Estíbaliz Valdés, que le dio el alta al no ver la gravedad en su estado.

Para el forense había indicios más que suficientes para haber realizado una broncoscopia con el fin de descartar la presencia de un cuerpo extraño. Conti sostuvo que el riesgo de muerte por la práctica de esta prueba era irrelevante en comparación con la probabilidad de que la niña falleciese por dejársele en el pulmón un cuerpo extraño.

El forense añadió que no había indicio alguno de que el cuadro que presentaba la niña fuese debido a un catarro mal curado, como pensó la doctora. Conti admitió que los indicios que presentaba la niña eran efectivamente muy leves, una hipoventilación, pero ésta se mantuvo en todo momento. A ese dato cuantitativo había que añadir otro cualitativo, como es el hecho de que los padres, y también el primer médico que atendió a la niña, tuviesen la sospecha de que había aspirado un maíz.

Los letrados de la defensa (Julio César Galán), el SESPA y la aseguradora (Federico Guirado) intentaron por todos los medios rebatir las tesis del forense, pero se mantuvo firme. "Una broncoscopia hay que hacerla cuando hay que hacerla", llegó a decir. "Me sorprende que cinco médicos se equivocasen, no se supo ver el significado de la hipoventilación. Este caso fue una desgracia. Podía haber quedado en una neumonía, pero ésta fue tan grave que el pus rellenó el bronquio e hizo migrar el grano a la tráquea obstruyendo completamente la entrada de aire", sentenció.

Esa causa de la muerte la establecieron los forenses que realizaron la autopsia, Miguel Ángel Fernández Campal y Javier Martínez Aguado, quienes en la vista de ayer explicaron que el grano de maíz se alojó en el árbol bronquial y que posteriormente, cinco días después, por un reflejo de la tos, provocado por la infección causada por el cuerpo extraño, éste se movió hacia la tráquea, causando la muerte por asfixia. Dos expertos del Centro Nacional de Toxicología, que declararon por videoconferencia, corroboraron las conclusiones de los forenses de que el grano se alojó primero en el pulmón derecho, donde apreciaron lesiones por hipoventilación. El fiscal pide año y medio de cárcel para la doctora, mientras que la acusación particular, a cargo de los padres de la niña, asesorados por el letrado Ignacio Pérez Arévalo, eleva su solicitud a cuatro años.