La estadística cambia de día en día, pero ayer eran 1.228. Son los presos españoles en cárceles de los cinco continentes. De ellos, al menos dieciséis asturianos. Los tiene contabilizados y localizados la Fundación +34 de ayuda y apoyo asistencial a la población reclusa española, que en muchos casos malvive en cárceles de países del Tercer Mundo, en entornos insalubres y peligrosos. Cárceles en las que los reclusos no tienen derecho a una comida.

La Fundación +34 (el nombre proviene del prefijo que es preciso marcar para contactar telefónicamente con el extranjero) pone estos días el acento en el caso de un recluso asturiano, de edad cercana a los 60 años, natural de Mieres, que está preso en la cárcel de una ciudad al norte de la India, en Maharajganj, a unos mil kilómetros de Nueva Delhi. El pasado 12 de octubre tres jóvenes educadoras sociales de Barcelona, Cristina, Paula y Aina, de viaje por la India, se desviaron 600 kilómetros de su ruta para visitar al mierense y darle la alegría del año. José fue detenido por tener en su poder "trescientos gramos de chocolate" (hachís), señala el portavoz de la ONG, el vallisoletano Javier Casado.

La Fundación busca que las comunidades autónomas se impliquen. "Ya lo han hecho Galicia, La Mancha, Canarias, Aragón, Castilla y León y Baleares". En Asturias el grupo de Podemos en la Junta General del Principado presentará una proposición no de ley para que desde la comunidad se pueda mejorar el nivel de vida de esos 16 asturianos que se encuentran en cárceles de Alemania, Argentina, Bolivia, Colombia, Francia, Italia, Perú, Portugal, Ecuador y el ya referido caso de la India. Son presos que no tienen delitos de sangre, que no cumplen penas relacionadas con delitos sexuales y que no tienen nada que ver con cuestiones de terrorismo. Sexo, terrorismo y sangre son las tres líneas rojas que la Fundación +34 asegura no traspasar en ningún caso.

El país con mayor número de reclusos asturianos es Perú, donde al menos se tienen identificados a siete. En países hispanoamericanos hay cárceles que ponen los pelos de punta. "A veces nos encontramos con casos espeluznantes. Hace poco, con un recluso español que pesaba 39 kilos y era el fiel reflejo de un campo de concentración".

La Fundación +34 funciona con un patronato y una treintena de voluntarios. Los estatutos de la Fundación dejan claro que no se dedica ni a buscar ni a recomendar abogados para la defensa, ni realiza gestiones para la liberación de los reclusos, pero abre vías cuando hay posibilidades de repatriación. Curiosamente, no todos los presos quieren terminar de cumplir su pena en España. Viven su drama en un país extraño y lejano, sin que sus familias conozcan la realidad carcelaria en la que se encuentran.

La gran mayoría de los presos asturianos en el extranjero tiene que ver con el transporte de droga, las llamadas "mulas". "Casi todos responden a estas tres premisas: mala situación económica, malas compañías y malas decisiones", explica Javier Casado. Casi todos fueron detenidos sin que existieran antecedentes penales.

En destinos carcelarios tan variopintos, la ONG lamenta que cosas tan simples como visitas, envíos de paquetes o solicitudes de repatriación se vuelvan "extremadamente complicadas".

"Hay ciudadanos españoles que están solos, abandonados, y en muchos casos con problemas de salud. Se nos han muerto decenas de reclusos en los últimos años por falta de asistencia o alimentos", denuncia Casado.